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La presidenta del Banco Central Europeo ha explicado hace unos días que la tasa de inflación está bajando, pero todavía vamos a tardar tres años en doblegar los precios para situarlos entorno del 2%. Para el periodista Mariano Guindal, esto significa que durante este periodo de tiempo va a haber menos consumo, menos inversión y en definitiva, menos crecimiento, pero la conclusión es que más vale una recesión puntual como la europea, que un largo periodo inflacionista que acabe destruyendo la prosperidad. ¿Cómo va a afectarnos esta situación?

Uno no sabe qué pensar, porque últimamente, la macro y la microeconomía se habían convertido en realidades que ya no estaban ligadas por una causa-efecto sino todo lo contrario. Incluso en el terreno político, me decía un amigo el otro día analizando los resultados del 28-M, que era la primera vez que veía que el ciclo económico no tenía nada que ver con la decisión de los ciudadanos en las urnas. En la era de la incertidumbre, cada día hay más variables que complican el poder predecir lo que va a suceder.

Y luego está la gestión de las expectativas, que son la guinda del pastel. En este sentido, la patronal menorquina de la pequeña y mediana empresa ya ha dicho que los resultados del mes de mayo no se han correspondido con lo anunciado y que un porcentaje importante de sus asociados han empezado a detectar una reducción en el consumo de sus clientes y una ralentización de las reservas para el resto de temporada. PIME también constata lo que ya siendo una tónica general en los viajeros estos últimos años donde el consumo se contrae, con estancias cada día más cortas.

Al final, las parejas o las familias no quieren renunciar a sus merecidas vacaciones pero el presupuesto disponible ya no es el mismo sino menos porque la cesta de la compra y la hipoteca, se les lleva gran parte de sus ahorros y hacen lo mismo que el del chiste sobre la gasolina, cuando afirmaba que no había notado la subida y que seguía poniendo la misma cantidad a su coche. La renta per cápita disponible cada día es inferior y como no mejoremos como país y como islas en materia de productividad, tal y como nos recuerda Antoni Riera desde la Fundación Impulsa, «anirem morint de finor».