Es uno de los modelos que gana más adeptos día tras día. La economía colaborativa se basa en prestar, alquilar, comprar o vender productos en función de las necesidades específicas y no tanto en los beneficios económicos. De hecho, en este sistema es posible que el dinero no sea el valor de cambio de la transacción, sino el servicio o producto a intercambiar.
La «economía P2P (peer-to-peer)», se da en las partes que la transacción es entre particulares y se sigue refiriendo al intercambio de productos o servicios sin moneda de cambio de por medio. Ello da mucho que pensar porque desde la crisis de 2008, cuando desde 2010 irrumpió este nuevo modelo económico, no ha parado de aumentar su concepto sino que actualmente con la crisis pandémica de por medio la economía colaborativa es fundamental en todos los países, ciudades y familias.
Los jóvenes son los más activos y concienciados en esta clase de economía. Los ejemplos los encontramos en el fenómeno de las plataformas de comercio social en Instagram o las famosas tiendas de segunda mano online, que crecieron mucho en 2020 y se espera que superen cifras astronómicas aún más en 2022, el ejemplo es que personas que compran repuestos, los usan por períodos cortos pero luego los ponen a la venta rápidamente, personas que se compran un traje o vestido para un evento puntual y luego lo suben la red después de utilizado, etc.
Las empresas de vehículos compartidos vieron crecer su facturación incluso durante la pandemia. Fue el caso de BlaBlaCar en el territorio nacional, entre muchos otros, y la prestación de servicios de Cabify y Uber que en las Illes Balears esta desaparecida, ¿por qué? Después de haberme hecho la pregunta e investigar la respuesta, he llegado a la conclusión de que nuestra comunidad autónoma tiene muy poco interés en abrirse a este tipo de servicios y a la economía colaborativa como hacen otras ciudades y regiones de España. Véase el decretazo de la ley 1/2019 balear, que limita muchísimo los márgenes de maniobra de los VTC y así ganan los taxis y deja de avanzar un sistema económico y diferente al que tenemos en la actualidad.
Y para acabar pero siguiendo con los jóvenes y su máximo compromiso con la economía colaborativa, no quiero dejar de presentar dos modelos tanto del de e conviviencia laboral como el de conviviencia social como son los coworking, donde la estructura del lugar de trabajo es compartida por diferentes personas de diferentes empresas que buscan alternativas más económicas y los colivings -espacios de vivienda con uso mixto de áreas privadas, tales como dormitorios y baños, y áreas comunes, tales como cocinas y zonas de ocio- que han llegado hasta la hostelería y casas particulares.
Muchos expertos económicos y sociales no daban un euro por esta economía y desde que nació en 2010… ha llegado para quedarse. ¿Lo comparten?