Antoni Gomila es uno de los rostros más conocidos del sector cultural. El actor y dramaturgo estrenó en 2018 Rostoll Cremat, una obra sobre la codicia del hombre en la que el desarrollo turístico de Mallorca tiene un papel protagonista.
El actor apuesta por repartir los turistas a lo largo del año. “Deberíamos hablar del rendimiento que dan los turistas. Tenemos tendencia a pensar que cuanto más volumen, mayor calidad de vida y no es así. Dieciséis millones de turistas concentrados en tres meses de verano es una barbaridad. Si los necesitamos, deberíamos distribuirlos durante todo el año. Pero las cotizaciones de trabajadores de cuatro o cinco meses de temporada no cubren las indemnizaciones de los meses que no hay actividad. Deberíamos reparirlos a lo largo del año, no tener unas infraestructuras hiperutilizadas tres meses y cerradas el resto del año. Mis amigos del norte de Europa no entienden que los hoteles estén cerrados en sa Coma en invierno”, comenta.
Asimismo, no ve bien reconvertir hoteles en viviendas, sino que apuesta por el esponjamiento. “Es la última esperanza que tenemos de poder reconvertir zonas obsoletas y construcciones que se han hecho en lugares en los que nunca deberían haberse hecho. Tengo la esperanza de poder recuperar estos espacios para la naturaleza y para la ciudadanía. No creo que deban reconvertirse en viviendas”, explica.
El actor señala que cuando se habla de sostenibilidad hay que hablar de límites. “Hay un discurso de que debemos ser sostenibles, pero cualquier medida encaminada a la sostenibilidad es discutida. Hay que hablar de policías, de sanidad, de territorio, de depuradoras, de agua... La sostenibilidad pasa por poner límites. Necesitamos priorizar el sector primario y el territorio. Si no ponemos límites, no tendremos entorno natural. Hemos de comprar territorio público porque todo el territorio que sea privado acabará urbanizado”.
Gomila cree que, tras la pandemia, el turismo del futuro será más individual y descarta que falten infraestructuras turísticas. “Faltan más infraestructuras mentales que físicas. Somos muy buenos gestionando el turismo, punteros en todo el mundo. Los hoteles de Mallorca tienen mucha categoría y gestionamos un vuelo por minuto. Pero no puedo entender que haya una procesión de coches hasta Formentor, el faro de Cavalleria o es Vedrà y nadie sea capaz de regularlo. Falta liderazgo de cómo queremos que sea nuestro turismo”, explica, abogando por un papel más activo de la universidad.
En cuanto al alquiler vacacional, señala lo bueno y lo malo: “El alquiler vacacional ha sido un gran revulsivo para todos los que tienen patrimonio, pero no me gusta toda la nueva construcción que se ha hecho en el campo para dedicarla a alquiler turístico, y también ha tenido una afectación negativa para el acceso a la vivienda. Me preocupa que se creen dos sociedades, ricos que tienen patrimonio, y pobres, que no”.
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