REGALO REAL. La introducción de esta vaca de origen suizo en Menorca, concretamente del cantón de Friburgo, acaeció hace más de ciento cincuenta años. Fue con motivo de la visita de la reina Isabel II a la isla en 1860 en la que las autoridades le trasladaron a Su Majestad la preocupación por el devenir de la agricultura y la falta de producción lechera que tenían para poder elaborar más queso.
Atendiendo a la petición que le habían hecho y como muestra de agradecimiento por la visita, la monarca hizo donación de seis vacas y un toro semental de origen friburgués que se estaban criando en la Real Granja de Aranjuez, en Madrid. Unos ejemplares que llegaron tres años mas tarde tras un largo periplo, primero en tren hasta Alicante y posteriormente en barco hasta aquí, que fueron bautizados como vaca de la reina en su honor.
“Realmente Isabel II debió llevarse una grata impresión de Menorca en una visita que tuvo un arranque un poco accidentado. porque la embarcación que la trasladaba a Maó tuvo que finalmente atracar en Ciutadella por culpa de un temporal de levante y ninguna autoridad pudo acudir a recibirla ya que estaban todas en la otra punta de la isla, lo que provocó que tardase dos días en aparecer y que tuviera que hacer noche en el palacio de Casa Olivar, donde todavía se conserva la cama donde durmió”, explica Miquel Taltavull, presidente de la entidad.
Las reses consiguieron aclimatarse bien y fueron extendiéndose progresivamente a prácticamente todas las fincas menorquinas. “Los bueyes eran muy dóciles para labrar y las vacas, además de más productivas que las que entonces había, tenían una mayor resistencia física en zonas con altiplanos como Ferreries o Es Mercadal ya que sus genes suizos les acompañaban”, explica Taltavull.
Con la introducción de la vaca frisona cien años después en Menorca a raíz del impulso propiciado por el nacimiento de la fábrica de El Caserío, (su rendimiento lechero era mucho más elevado), las de la reina fueron empezando a desaparecer y quedó como una raza residual con muy pocos ejemplares. De hecho, en 1975 se dio por extinguida en Suiza pero, sin embargo, unos cuantos nostálgicos menorquines la fueron manteniendo y haciendo perdurar la especie por cuenta y riesgo.
RECUPERACIÓN. Hace veinte años volvió a surgir el interés por estos ejemplares entre los agricultores. Uno de ellos fue Miquel Taltavull, actual presidente de la entidad y gran conocedor de toda clase de vacas ya que también ejerce de juez en concursos morfológicos de otras razas autóctonas como la vaca o la oveja menorquina.
“Aunque en verano trabajo por las mañanas para un hotel como encargado de transporte, durante el invierno y el resto de tiempo libre cuido la finca de Bella Pintada y Son Aparets en Ciutadella. Yo provengo de familia payesa y el campo ha sido siempre mi pasión”, comenta Taltavull. “En una visita a la finca de Algaiarens, el payés que la llevaba, Joan Bosch, me vendió dos ejemplares de vaca de la reina porque él ya se jubilaba. La vaca de la reina es una raza rústica fuerte y muy longeva, ya que mientras el resto suelen vivir de siete a ocho años, estas llegan hasta los 20. Por otro lado es una vaca de producción mixta ya que es buena productora de leche y sirve también para carne. Es una vaca de talla media y de perfil recto, cuya característica línea blanca que recorre su lomo de arriba a bajo, la diferencia del resto de vacas. El hecho que se adaptase muy bien al clima de nuestra isla le ofrece un valor de futuro en una Reserva de la Biosfera como la nuestra, donde se debe apostar por especies autóctonas para mantener el equilibrio en un entorno sostenible”, añade.
La publicación en 2013 de un libro sobre la vaca de la reina de los investigadores mallorquines Llorenç Payeras y Jaume Falconer, de gran valor científico y cultural, puso las bases para iniciar el largo proceso hasta su reconocimiento.
EXPEDIENTE. El interés suscitado por el Servicio de Mejora Agraria (Semilla) en estos ejemplares, animó en el año 2013 a la constitución de la Associació Ramadera Vaca de la Reina y se iniciaron una serie de trabajos y estudios de investigación, desde pruebas de genética a la creación de un banco de semen y uno de germoplasma para conservación de ADN para las futuras generaciones.
“Durante estos siete años de tramitación, se ha tenido que recorrer a estudios históricos, genéticos y zoométricos que pudieran dar pie a esta inclusión dentro del Catálogo de Agrupaciones Raciales de los animales domésticos autóctonos de Balears por parte de la Conselleria d'Agricultura del Govern Balear y la consideración como conjunto racial, aunque para considerarla raza autóctona española haría falta un último paso en el Ministerio de Agricultura, trámite que ya estamos preparando”, añade Taltavull.
“Lo más positivo, a parte del reconocimiento, es que se mantienen unos cincuenta ejemplares y que el interés por los jóvenes agricultores en las vacas de la reina también está aumentando”, detalla.
VERMELLA. Otro ejemplo en Menorca es la Vermella Menorquina, recuperada en los años 60 y declarada como raza autóctona en el año 2000. Cinco años más tarde se creaba también la marca Vermella Menorquina para dar a conocer este producto local y ofrecer al cliente una carne de alta calidad.
Durante los últimos 20 años se ha quintuplicado la cifra de ejemplares llegando a los 1.250 aunque todavía sigue en riesgo de extinción ya que para ello se necesita poder contar con 5.000 animales reproductores. Recientemente se han celebrado en Menorca unas Jornadas promovidas por el sector de la restauración que ha cosechado mucho éxito y que apuntala la isla como destino gastronómico.
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