La portavoz del GOB Margalida Ramis visitó con El Económico la Platja de Palma. Defendió con convicción sus planteamientos.
Margalida Ramis, portavoz del Grup d'Ornitologia Balear (GOB), se muestra extremadamente crítica con el Govern y, muy especialmente, con la Conselleria de Turisme. Apuesta por el decrecimiento turístico y por la diversificación de la economía.
¿Está contra el turismo?
No, no estamos en contra del turismo. Ni en contra del turismo ni en contra de los turistas. Estamos contra la actual política turística. Hoy padecemos un monocultivo turístico que nos hace muy vulnerables.
¿Puede afirmarse que no somos más ricos cuantos más turistas llegan?
Creo que esto lo podemos concluir nosotros y cualquier ciudadano. Todos los partidos, y todo el mundo, dice que la comunidad vive directamente o indirectamente del turismo, y yo creo que a estas alturas malviven. La precariedad es una realidad. La renta per cápita demuestra que no vivimos cada día mejor, pese a que las temporadas, desde el punto de visto numérico, son históricas.
¿En términos de ocupación, se ha notado que la temporada ha sido excelente?
En ocupación temporal, sí. No podemos sesgar la realidad y debemos también analizar las condiciones de los nuevos puetos de trabajo.
Hace ya algunos meses que aparecieron en Palma una seria de pintadas contra los turistas.
Es un toque de alerta. Desde la sociedad tenemos cada vez menos recursos para incidir en las decisiones que toman los políticos. Creo que la lectura del Govern al considerarlas un acto de vandalismo es un error. Se está generando un malestar y el Govern tiene que ir a la raíz y abordarlo. No lo tiene que minimizar. Se adoptan decisiones que no van destinadas al interés general, sino a enriquecer a unos determinados poderes económicos. Fue evidente en la última legislatura con José Ramón Bauzá, que otorgó toda una serie de privilegios a los hoteleros que aún no se han revertido. No se tiene la valentía suficiente para revertir los privilegios que ganaron algunos a golpe de ley en el Parlament.
¿Confía aún en que se reviertan o ya ha perdido la esperanza?
No, la esperanza no la quiero perder. Entiendo que debe existir coherencia entre el discurso y la acción política. Se necesita convicción y determinación, que a veces le falta a esta izquierda. Se aprobó un decreto ley que eliminaba algunos de los privilegios que habían adquirido, pero quedan muchos otros.
¿Qué hay que eliminar?
Por ejemplo, la exoneración del cumplimiento de parámetros urbanísticos en zonas como la Platja de Palma, que permite aumentar alturas e incluso plazas en una zona ya densa como es esta.
La temporada turística ha sido excepcional a pesar del impuesto turístico. ¿Debería aumentarse la tarifa?
Deben ponerse límites. No se trata de poner numeros clausus a la entrada, sino de regular determinadas cuestiones. Consideramos, por ejemplo, que el todo incluido es un suicidio para el tejido económico.
¿No tienen nada que decir respecto a la finalidad de la recaudación del impuesto turístico?
Ya hemos dicho todo lo que hemos podido y no nos han escuchado. Inicialmente ya planteamos que había una cuestión de enfoque que no compartíamos. Para nosotros debía tener una visión ecológica y finalista. La realidad es que tiene una clara vocación turística, de mejora de infraestructuras vinculadas. Incluso los valores naturales tienen diferente significado.
¿Cree usted que el turismo sostenible es posible?
No, ahora ya es incompatible, oxímoron. Si es turismo, no es sostenible.
Hace ya unas semanas el GOB protagonizó una acción muy polémica en la que se simulaba que la sede de la Conselleria de Turisme se alquilaba.
Pretendíamos denunciar la inacción de la Conselleria de Turisme.
¿Quiere decir que no hacen nada?
Quiero decir que no hacen nada para poner orden. No han modificado aún la Ley del Turismo, han aprobado un cambio normativo absolutamente insuficiente, no han regulado el alquiler vacacional, no han abordado el límite de plazas turísticas ni la proliferación de coches de alquiler. Y ahora han sacado una campaña publicitaria totalmente vacía de contenido, indignante, en la que solicitan una sonrisa para el turista.
¿Está decepcionada?
Con la Conselleria de Turisme, sí. Es una de las conselleries donde nos cuesta más el diálogo. Con el tema del impuesto turístico vimos claramente que era una cuestión de poder decir que se habían reunido con todo el mundo, pero nuestra capacidad de incidir era nula, tanto en la forma como se planteaba el impuesto como en la finalidad del dinero recaudado. Pudimos presionar, eso sí, con el resto de partidos políticos que están en el Parlament y que también tenían algo que decir.
¿Hay que limitar la entrada de turistas o el número de plazas turísticas?
Limitar la entrada de turistas es complicado. Nuestra apuesta es poner límites a las plazas turísticas. Reclamamos un 2x1. Es decir, que por cada plaza nueva deban cerrarse dos. Además, debería recuperarse la política de esponjamiento y limitar el número de amarres. Deben eliminarse también las excepciones que han permitido la creación de 7.000 plazas turísticas, además del alquiler vacacional, que supone un gran problema. Hoy, cualquier espacio es susceptible de alojar a turistas.
¿Y qué hay que hacer?
Regular. En primer lugar, las plazas hoteleras no pueden incrementarse. Debemos caminar hacia el decrecimiento en el número de plazas. En el 2x1 que proponemos deben incluirse las plazas de alquiler vacacional, que necesita también, evidentemente, una regulación. Las plazas deben ser legales y el resto, cerrarse. Debe garantizarse la existencia de un parque de viviendas de alquiler a largo plazo para evitar conflictos sociales. Y el conflicto mayor es la incompatibilidad de los usos residenciales con los turísticos.
¿Pero está a favor del alquiler turístico en plurifamiliares o no?
No, no estamos a favor. Diría que en términos de capacidad de alojamiento seríamos más partidarios de eliminar el alquiler vacacional en plurifamiliares, que no existiera. Pero también somos conscientes de cuál es la realidad económica y social de mucha gente que ahora ve la posibilidad de beneficiarse de lo que hasta ahora ha sido un monopolio hotelero. Está claro que necesita regularse. Y también es obvio que no es lo mismo un pueblo que Palma. El casco antiguo de Palma se está convirtiendo en un escenario. Donde había una panadería ahora hay una heladería y deja de haber los servicios necesarios para vivir. No decimos que sea fácil, pero esta regulación tiene que abordarse. No tenemos una solución mágica y lo fácil sería prohibirlo.
¿El alquiler vacacional perjudica más al medio ambiente que la actividad hotelera?
Depende. En términos ambientales, el consumo de recursos no va mucho más allá de la actividad residencial. En suelo rústico, la situación es diferente, puesto que el alquiler vacacional acostumbra a exigir una piscina y una zona de césped. No sé si prefiero el turismo concentrado que el de lujo que se va a las villas y consume agua sin restricciones. El mayor problema se da en Eivissa, donde el turismo de lujo es muy agresivo en el consumo de recursos y ocupación de espacios públicos.
¿Todo incluido, sí o no?
No tenemos un discurso elaborado desde el punto de vista ecologista.
¿Y sobre la desestacionalización?
Es el demonio ahora.
¿Cómo? ¿No hay que desestacionalizar?
No tenemos que desestacionalizar diversificando la actividad turística, que es lo que se pretende.
¿No es bueno potenciar el turismo deportivo, religioso o cultural?
Ahora no. Tenemos una saturación y una masificación de todo lo que ponemos en el mercado. Cualquier producto turístico se masifica.
Pero en temporada baja no hay masificación posible.
Sí. La Ultra Trail es un claro ejemplo de masificación. Comenzó como una alternatival vinculada a los espacios naturales, pero la masificación la convirtió en un problema. Todos los nuevos productos tienen demanda en Mallorca y no tardan en convertirse en un problema, en este caso para la Serra de Tramuntana.
Pero hay que vivir 12 meses al año.
Hay que diversificar, pero no el producto turístico, sino la economía. El drama es que toda nuestra economía se basa en el monocultivo turístico asociado a la construcción.
Diversificar la economía siempre será, en todo caso, una solución a largo plazo.
Lo que no puede ser es aplazar la necesidad de diversificar la economía para atender a lo urgente. Balears, cuando hablamos del consumo de recursos, respira en temporada baja. La estacionalidad es problemática a nivel de optimización de infraestructuras, pero no sé si la solución es mantener la actividad alta todos los meses. Un ejemplo es la ley agraria impulsada por el Govern de José Ramón Bauzá. El principal objetivo debería ser la soberanía alimentaria y revitalizar el sector, pero no fomentar la actividad turística. No puede ser que los payeses se dediquen ahora a limpiar las habitaciones de los turistas. La ley agraria tenía vocación turística, fomenta que el campo se convierta en un producto turístico más.
¿Y es malo?
Debemos ir con cuidado y no convertir la isla en una especie de parque temático.
¿Debe limitarse el número de cruceros?
Debe limitarse el número de cruceros a la capacidad de absorción. Debería estar perfectamente estudiado si la ciudad puede absorber el desembarco masivo de miles de cruceristas. Un crucero reposta agua, consume energía, genera basura, deben considerarse todos estos aspectos.
¿Y debe limitarse el número de coches de alquiler?
Lo mismo. Deberíamos disponer de un estudio de impacto ambiental para poder adoptar las mejores decisiones.
¿Y limitar el aceso a espacios naturales protegidos y al centro de Palma?
Desconozco si puede, legalmente, limitarse el número de visitantes del centro de la ciudad, pero en los espacios naturales protegidos sí puede hacerse y creemos que el criterio que ha de regir la limitación ha de ser la capacidad de carga del espacio natural, no el aparcamiento.
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