El hotel cuenta con 316 habitaciones y tiene acceso directo a la playa.
El Meliá Calviá Beach ya ha abierto. Ha experimentado una reforma integral, una completa remodelación que, además de un cambio radical desde el punto de vista estético, ha elevado el nivel de exigencia hasta la excelencia. El establecimiento tiene ahora cinco estrellas y su apuesta por la calidad es radical. Situado en Magaluf, el Meliá Calviá Beach dispone ahora de 316 habitaciones, antes tenía 329, y once están adaptadas para discapacitados. El hotel contará también con el servicio más exclusivo de Meliá, The Level, que permite a sus clientes disponer de habitaciones más lujosas, además de toda una serie de servicios únicos. Los amenities, por ejemplo, son de la lujosa marca Loewe.
Las obras de remodelación comenzaron en noviembre y El Económico ha seguido su evolución desde el uno de abril. Inicialmente, la apertura estaba prevista para el primero de mayo. La empresa constructora ha ido cumpliendo con los trámites de forma escrupulosa, pero el bajo número de reservas provocó que se retrasara la inauguración oficial para día once. Finalmente fue el siete de mayo el día escogido. Y ya en la última semana se adelantó dos días la llegada de los primeros clientes. Es decir, que el pasado jueves día 5 quedó abierto al público.
Gonzalo Echevarría, con una prolongada carrera en Meliá, es el nuevo director del establecimiento. A los trabajos habituales antes de la apertura, el invierno ha sido especialmente duro para Echevarría, que ha hecho del preceptivo casco de obra un elemento habitual en su indumentaria.
Más de doscientos operarios han llegado a trabajar simultáneamente en el establecimiento, que ha sufrido una transformación total. El coste de las obras, que inicialmente se situaba ya por encima de los diez millones de euros, ha alcanzado los doce. El personal contratado superará el medio centenar de personas desde el primer día, si bien al llegar la temporada alta serán más de 150 los trabajadores.
UNO DE ABRIL. El Económico visitó el establecimiento hotelero el primer día de abril. Después de un minucioso recorrido por todas las instalaciones del hotel estaba claro que las dificultades serían enormes. Es bien cierto que se transpiraba actividad, que había muchos trabajadores, pero parecía del todo imposible que en poco más de un mes estuviera en condiciones de acoger clientes. El aspecto del hall de entrada era desaliñado, con multitud de sacos y viejos objetos acumulados, con las paredes sin adecentar ni pintadas y con cables y más cables colgando del techo. La vieja recepción resistía intacta y los ascensores se encontraban a más de un metro del suelo, que había sido rebajado. El aspecto del comedor no era mucho mejor. De hecho, nadie hubiera podido adivinar que llegaría a convertirse en un lujoso un espacio para comer. Gonzalo Echevarría tenía el futuro en la cabeza y mostraba la ubicación exacta del bufé en un espacio sin baldosas, sucio y donde había poco más que tierra y polvo.
Una parte de la gran terraza de la planta baja estaba en obras y era casi imposible saber cómo sería el área de juegos o la sala de reunión donde no había nada de nada. Ni baldosas. Dos pisos más abajo se encuentra la zona destinada a The Level. El espacio destinado al spa solo podía intuirse y eran muchas las zonas que se encontraban llenas de cables, sin baldosas, con polvo. Se trata de un espacio diáfano, en el que Gonzalo Echevarría distribuía mentalmente las mesas de la recepción de los clientes más exclusivos, su bufé... La piscina cubierta estaba tapada, mientras que la descubierta lucía las típicas baldosas pequeñas de color azul. La gran terraza dispone de un bar que en aquel momento estaba a medio construir. El suelo de madera se estaba empezando a instalar pero imaginarse hamacas y sombrillas era un gran ejercicio de imaginación.
El trabajo en las habitaciones estaba más adelantado, aunque había que amueblar más de 300, además de instalar los televisores y las cajas de seguridad, y limpiarlas a conciencia. La decoración de madera de la fachada que se ve desde la entrada estaba sin colocar, mientras que la de la zona posterior, aunque instalada, tenía aún el preceptivo andamiaje.
8 DE ABRIL. La fuerza laboral de 200 trabajadores es importante, pero una semana después, el ocho de abril, aún parece complicado que el hotel pueda estar acabado en tiempo y forma. Las obras de reforma estaban vivas y experimentaban pequeñas modificaciones. Se tomaron algunas decisiones estratégicas para una mejor comercialización que condicionaron la remodelación. Las obras avanzaban, pero el final parecía aún lejano el pasado ocho de abril. Echevarría explicó que realizarían algunos retoques a The Level para reconvertirlo en dos zonas, una solo para adultos. El área restringida para los clientes más selectos ya contaba con cristales, si bien quedaba muchísimo trabajo por delante. La vieja recepción continuaba intacta y en el hall de entrada ya había los soportes que tenían que aguantar el falso techo. El embaldosado iba ganando terreno y el área del bufé ya disponía de los marcos de separación, aunque no había ni rastro de los cristales.
La piscina cada vez era más blanca -las antiguas baldosas azules habían desaparecido casi por completo- y el suelo de madera de la zona de terrazas ganaba terreno. Las habitaciones estaban prácticamente todas acabadas, aunque los muebles aún escaseaban. Un equipo de diez personas inició una primera limpieza de las habitaciones. Como siempre, empezaron por el último piso. El hotel iba incorporando personal -jefe de recepción, encargado de alimentos y bebidas, jefe de bares...-, aunque todavía faltaban tres semanas para la apertura del establecimiento.
15 DE ABRIL. Siete días después, el 15 de abril, los avances eran evidentes. Durante la semana se habían adoptado dos decisiones trascendentales, puesto que se decidió retrasar la apertura, prevista para día uno, hasta el sábado día 7. Además, y después de un detallado análisis, se volvió atrás la decisión de comercializar dos The Level, uno de ellos solo para adultos. La imposibilidad de disponer de dos piscinas provocó la rectificación, si bien es una de las apuestas para la temporada próxima. El día 15, la decoración de madera de la fachada delantera ya estaba completamente instalada, mientras que el andamiaje de la zona posterior también había sido retirado.
El aspecto había cambiado radicalmente, puesto que el falso techo mejoró sustancialmente la estética del comedor, el hall, la zona de The Level... En el comedor se empezaba a construir el muro del futuro bar, que contará también con una bodega. Las obras avanzaban también en la zona del bufé. El suelo de madera de la terraza ya estaba listo y la pared del bar de la piscina había sido recubierta de madera, a tono con el suelo. Además, la piscina exterior ya estaba casi acabada.
22 DE ABRIL. Siete días después, el 22 de abril, quedaba aún mucho trabajo por delante, aunque los avances ya eran evidentes. El trajín de bultos en el hall de entrada denotaba que las habitaciones estaban siendo amuebladas. De hecho, más de cuatro plantas ya estaban completamente acabadas. El bufé seguía sin techo, aunque la separación con el comedor ya disponía de algunos cristales -no todos-. El gimnasio estaba listo, solo faltaba instalar las máquinas, y la piscina interior continuaba tapada. En The Level solo faltaban detalles y una limpieza a fondo, aunque no se vislumbraban ni muebles ni estanterías y el bufé para los clientes más exclusivos aún no estaba acabada.
29 DE ABRIL. El pasado 29 de abril, los obreros habían alcanzado ya la recepción y embaldosaban la zona de acceso al establecimiento. Quedaba aún por colocar una parte del techo, pero ya se intuían las camas balinesas en el interior del hall. Los muebles esperaban su turno pacientemente para ser trasladados a las habitaciones y eran ya más de media docena las plantas completamente equipadas.
El falso techo del comedor estaba acabado, pero el del bufé seguía sin instalarse. Los muebles que habían de colocarse en la zona de bufé ya habían llegado, pero estaban amontonados en el comedor, pendientes de instalar. La piscina exterior de The Level estaba acabada, aunque todavía sin agua, mientras que la gran pileta del establecimiento aún no tenía instaladas todas sus pequeñas baldosas blancas. En los últimos días se había decidido un nuevo cambio y una parte de la zona de niños del establecimiento se convertiría en una polivalente sala de reuniones.
UN DÍA ANTES DE ABRIR. El pasado miércoles día 4 quedaban solo pequeños detalles y tiempo más que suficiente, puesto que la apertura era el sábado siguiente. Echevarría, curiosamente, parecía más nervioso que de costumbre. Finalmente se adelantó el día de llegada de los primeros clientes y en lugar del sábado aparecerían por la puerta del establecimiento el día siguiente. El director recordó que el trabajo de verdad empieza ahora. El hotel abrirá con pocos turistas, lo que se llama soft opening, y la tarea de Gonzalo Echevarría será chequear el funcionamiento del nuevo establecimiento.
Las novedades el día 4 eran numerosas e importantes. De hecho, el hotel estaba completamente decorado, a expensas de la llegada de algunos elementos ornamentales. Jarrones, platos, botellas... ocupaban las estanterías de decoración de la planta baja y de la zona The Level. Mesas y sillas, de varios tipos y dimensiones, se encontraban ya perfectamente instaladas. Las tres piscinas del establecimiento -dos exteriores y una interior- ya tenían agua y el calor invitaba a un chapuzón. El gimnasio ya tenía la totalidad de las máquinas colocadas y en la zona de spa solo faltaba colocar las preceptivas toallas sobre las camillas de masajes.
Los jardineros trabajaban en la zona de acceso a la piscina, mientras que la entrada principal estaba ya lista. Algunos muebles lucían todavía los plásticos con los que arribaron al establecimiento, y el polvo y la suciedad eran aún protagonistas.
Echevarría se mostró convencido de que el funcionamiento sería el correcto y el hotel abriría al día siguiente sin ningún problema.
Las habitaciones estaban ya perfectamente equipadas y un buen número de ellas -muchas más de las que serán ocupadas durante los primeros días- se habían revisado y preparado para recibir a los primeros turistas de la temporada. Uno de los detalles ya listos eran los números de las habitaciones, perfectamente colocados en las paredes, al lado de la puerta de entrada. Los post-it provisionales con el número continuaban en las puertas, a la espera de que poco después fueran retirados.
Durante semanas, albañiles, electricistas, fontaneros y el resto de profesionales relacionados con esta transformación han formado parte del paisaje habitual del hotel.
En cambio, un día antes de la apertura, los empleados del establecimiento ya tenían una fuerte presencia. En este sentido, aun antes de las once de la mañana, los diez miembros de la recepción, encabezados por Miquel Fiol, se reunieron para fijar los criterios de atención al público más elementales. Acto seguido, emprendieron una visita completa al hotel para conocer en profundidad los diferentes tipos de habitaciones, y todos y cada uno de los recovecos del establecimiento.
En la cocina también se respira actividad. Jorge Blanco, que ejercía en el Hotel Meliá Castilla de Madrid, es el nuevo chef y ya cuenta con una nutrida partida de trabajadores a sus órdenes.
La gobernanta Amelia Rosario hace ya días que está trabajando. A falta de 24 horas para la llegada de los primeros clientes, estaba pendiente de pequeños detalles.
Una penúltima prueba provocó un corte eléctrico momentáneo, pero el establecimiento pasó el examen con nota.
Fue el pasado martes día 2 de mayo cuando acudió al hotel Gabriel Escarrer Jaume, vicepresidente y consejero delegado de Meliá Hotels International. Confirmó que podían reformarse y modernizarse las inmensas salas de reuniones existentes en el hotel. Echevarría está satisfecho, puesto que está convencido de que facilitará la comercialización.
YA LLEGAN LOS CLIENTES. Y el jueves día 5 llegan los primeros clientes. La noche anterior había sido intensa, puesto que un equipo de unos 50 operarios había realizado una limpieza exhaustiva de las zonas comunes del establecimiento que seguía todavía por la mañana. La entrada estaba impecable y la decoración, reluciente, ofrecía un aire lujoso al visitante. El hall, con las camas balinesas al fondo, es acogedor, y el pasillo que conduce hasta el comedor es especialmente atractivo, con numerosos objetos de decoración en las estanterías de madera.
El bufé, por fin, estaba acabado y el bar se encontraba perfectamente equipado. Las cocinas estaban listas y preparadas para atender la demanda de cualquier visitante.
El tránsito no ha sido fácil desde que en noviembre se inició la reforma. Los albañiles han dejado paso a los turistas y Meliá continúa con el proceso de reconversión de la zona de Magaluf, que continuará el invierno que viene con la construcción del hotel Jamaica, demolido semanas atrás y que dispondrá de un centro comercial. La multinacional mallorquina, que en los últimos años ya ha reformado diferentes establecimientos -Meliá Barbados, Me...- continuará con su apuesta por el lujo en Magaluf. De momento, ya ha conseguido incrementar los precios de las habitaciones de forma sustancial.
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