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Una de las máximas a seguir en el mundo de la inversión es no invertir en lo que se desconoce, y hacer una compra por el mero hecho de que algo se percibe como barato sin analizarlo puede ser una catástrofe en la economía familiar.

A grandes rasgos, las materias primas son activos algo diferentes a las acciones de compañías o índices bursátiles, ya que tienen en cuenta una oferta real que depende de muchos factores, entre ellos los intereses personales de los ofertantes, como está siendo el caso del petróleo.

Es cierto que se puede considerar un petróleo barato actualmente: el consumo sigue creciendo, por lo tanto por este simple incremento es lógico pensar que el precio subirá en cuanto quieran los productores. Sin embargo, puede haber un freno entorno a los 60-65 dólares, nivel en que las empresas de fracking son rentables.

Analizando gráficamente se observa cómo la tendencia bajista de medio y largo plazo puede empezar a ser alcista en el corto desde el suelo marcado en febrero. Los soportes por debajo de los que habría que poner stops por si la tendencia continúa pueden ser los mínimos de 2009 (33,50 en crudo y 36,50 en brent), ya que los anuales ya estarían demasiado lejos para una gestión de capital óptima.

Las formas de invertir en este activo son varias, siempre descartando la compra directa. Las más arriesgadas son mediante derivados como los futuros o CFD cuyo acceso debería estar limitado a inversores con muchos conocimientos; y las más sensatas serían vía ETC (exclusivo para algunos brokers), ETF (fondos cotizados que intentan replicar el precio del activo), adquiriendo acciones directas de petroleras o por medio de fondos de inversión que compren este tipo de empresas con el fin de diversificar más y no correr el riesgo de una única empresa cuya correlación, por algún factor, no sea directa con el petróleo.