La chimpancé Natalia ha pasado siete meses conviviendo con su cría y superando su pérdida sin la intervención del centro de animales, que decidió respetar su decisión.

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A principios de febrero, todo fueron alegrías en el centro de conservación de fauna de Bioparc Valencia; dos pequeñas crías de chimpancé nacieron a pesar de la elevada mortalidad que se observa en la especie. El gozo no duró demasiado, tan sólo catorce días después, uno de los bebés moría en brazos de su madre, la chimpancé Natalia.

«Fue un duro golpe para todos, para el equipo y para el grupo de chimpancés. Su especie necesita un período de duelo para aceptar la pérdida de una cría»; explicaba a través de las redes del centro, Lola Carbonell, la directora técnica de los animales. No era el primer bebé que la chimpancé perdía en Bioparc, en 2018, ya habría enfrentado la muerte de otra de sus crías.

«Debido a sus antecedentes, consultamos con expertos internacionales y nos aconsejaron ayudarla con productos naturales, le dimos té de hinojo para la bajada de leche y pareció funcionar. A pesar de que sus mamas tenían poco volumen, la cría parecía ganar algo de peso. Hicimos seguimiento, observación, todos los días; pero no pudimos revertir la muerte», cuenta apenada Carbonell.

Un luto extremadamente complicado

El entorno se encrudeció para la chimpancé. Perdía un nuevo bebé rodeada de su grupo y con otra hembra recién parida, junto a una cría totalmente sana. «La otra bebé sobrevivió y estaba a punto de cumplir un mes de vida, nos centramos en intentar mantener la cohesión del grupo», explican desde el centro.

No fue una decisión fácil, sobre todo porque la actitud de la madre fue abrazar tiernamente el cadáver de su cría y quedarse con ella encima día tras día. El equipo del centro se reunió para saber cómo proceder y decidió no intervenir. Se respetó a la madre y permitieron que la naturaleza hiciera el resto.

En la imagen superior, la chimpancé con su cría recién fallecida; en la inferior, tras varios meses de llevarla con ella, su cadáver ha ido degradándose.

«Durante todo este tiempo ha llevado a su cría sin vida cargándola encima, no quería romper ese vínculo maternal tan importante entre las hembras y sus bebés chimpancés. Nos limitamos a respetar su decisión, dándole importancia a su salud psicológica y a la cohesión del grupo», explica también desde el canal del centro Juanvi Martínez, responsable de los primates.

Finalmente, tras siete meses aceptando la muerte de su cría y recibiendo el consuelo y apoyo de los demás miembros del grupo de primates, «nuestra hembra ha decidido, que es como debe ser, cuando ella ha estado preparada ha tomado la decisión de desprenderse de su cría. Pasó el luto y al llegar el momento, sencillamente depositó los restos de su bebé en la hierba. Así fue como pudimos recuperarla», describe respetuosamente Martínez.

Éste es el momento en el que la hembra se desprendía de su pequeña:

Según el conocimiento que se tiene al respecto de la especie, se trata de un comportamiento muy natural, ya que cuando esto ocurre, el grupo debe asumir la situación y la pérdida. De hecho, en los Bioparc de Fuengirola y Valencia se alberga al mayor grupo de chimpancés de la subespecie Pan troglodytes verus, en peligro crítico de extinción según la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

Una tierna historia que demuestra fielmente que personas y animales no somos tan diferentes, sobre todo en la gestión de uno de los duelos más complicados para cualquier ser vivo; perder un hijo.