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El delicado estado de salud del papa Francisco, que permanece ingresado en estado crítico desde el pasado 14 de febrero, ha causado preocupación en el seno de la Iglesia católica. A pesar de que su pronóstico es reservado y no está fuera de peligro, el pontífice sigue ocupando su cargo a sus 88 años, consciente de las opciones que tiene encima de la mesa.

¿Cómo está? ¿Qué opina de una eventual renuncia? ¿Ha aludido a su muerte? Estas son algunas claves de los escenarios de un papa anciano ante la enfermedad.

Francisco tiene las riendas

El papa argentino sigue gobernando la Iglesia católica, aunque desde la planta décima del hospital Gemelli de Roma, donde se encuentra ingresado.

Esta es la cuarta vez que entra en este apartamento montado en el hospital por Juan Pablo II, quien, dados sus frecuentes ingresos, lo bautizó como 'Vaticano 3', tras el palacio de Castelgandolfo.

En estos doce años de pontificado, que cumplirá el próximo 13 de marzo, a Jorge Mario Bergoglio le fue extirpada una parte del colon y se le operó de una hernia abdominal, pero también pasó por el Gemelli por la bronquitis que le asalta cada invierno.

Aunque estas últimas noches han sido "tranquilas", este sábado tuvo una crisis respiratoria que requirió de oxígeno y transfusiones de sangre debido a una anemia. En el texto del rezo del ángelus escrito por el papa y difundido este domingo por el Vaticano, Francisco ha explicado que "continúa con confianza" la hospitalización en el Policlínico Gemelli, "siguiendo con los tratamientos necesarios" y ha añadido que "el descanso también forma parte de la terapia".

Ante la enfermedad, Francisco ha dejado clara su intención de no claudicar a la primera de cambio. "Se gobierna con la cabeza, no con la rodilla", resumió, a su estilo, a raíz de unos problemas que le han obligado a usar silla de ruedas.

¿Otra renuncia?

Sin embargo, también ha respaldado públicamente la opción de seguir a su antecesor Benedicto XVI en 2013 y renunciar al trono de Pedro, una baza revolucionaria que no se producía desde tiempos de Gregorio XII (1406-1415).

En 2022, Francisco reveló en una entrevista con el periódico ABC que ya había firmado su renuncia en caso de "impedimento médico" y que se la había entregado al cardenal Tarcisio Bertone, antes mano derecha de Ratzinger pero actualmente, a sus 90 años, sin cargos en la Curia Romana.

"Yo ya he firmado mi renuncia. Era Tarcisio Bertone el secretario de Estado. Yo la firmé y le dije: en caso de impedimento por cuestiones médicas o qué sé yo, acá está mi renuncia. Ya la tienen. No sé a quién se la habrá dado el cardenal Bertone", explicó entonces.

No obstante, no ha especificado qué tipo de impedimento ni quién o como lo decidirá.

El Derecho Canónico aprueba que "si el Romano Pontífice renunciase a su oficio, se requiere para la validez que la renuncia sea libre y se manifieste formalmente, pero no que sea aceptada por nadie".

Benedicto XVI lo hizo públicamente, ante un consistorio para canonizar a unos mártires, y en latín.

Sin sustitutos

Durante su convalecencia, los papas no tienen sustitutos. No es una presidencia, es un monarca absoluto. Su potestad, por canon, es "suprema, plena, inmediata y universal en la Iglesia" y debe "siempre ejercerla libremente".

Pero la legislación canónica no establece qué ocurriría en caso de que un pontífice entrara en coma o de una enfermedad degenerativa que le impidiera seguir reinando.

En cuanto a la gestión diaria de la Iglesia católica, cuenta con la Curia Romana, que "por autoridad del mismo" está especializada en ministerios (dicasterios) o tribunales.

Bergoglio, durante su hospitalización, sí que ha delegado a otros colaboradores determinados actos, como las audiencias del Jubileo, que ha encargado al arzobispo Rino Fisichella.

No obstante, Francisco carece de una mano derecha. Benedicto XVI tenía a monseñor Georg Gänswein o Wojtyla a Stanislaw Dziwisz.

En caso de defunción

Francisco sí que ha dejado por escrito cómo quiere que sea su funeral, más sencillo que en el pasado, fiel a su estilo austero, sin la exposición del cuerpo en un catafalco en la basílica de San Pedro, sino en un ataúd que ya no será triple como antes.

Además, ha dispuesto que sea sepultado en una capilla de la basílica romana de Santa María La Mayor, que custodia el icono 'Salus Populi Romani', del que es muy devoto, en vez de reposar en la cripta vaticana.

En caso de defunción, la Iglesia queda en "sede vacante" y será el cardenal 'camarlengo', actualmente el estadounidense Kevin Joseph Farrell, quien la administre hasta hallar un sucesor, tal y como dicta la Constitución Apostólica 'Universi Dominici gregis' (1996).