En CaixaForum Palma existe hasta el 2 de marzo una muestra sobre el siglo XIX y el retrato.Una de las piezas que la conforman es el busto de Mariano Benlliure de Goya que sirvió de inspiración para la creación de los premios del cine español. Esto es lo más cerca que este año ha estado Mallorca del premio ya que, por primera vez en cinco años, estos reconocimientos transcurrieron sin ninguna vinculación con la Isla, por lo que se pudo contemplar sin tantos sobresaltos lo ocurrido ayer en Granada, donde de manera inédita en la historia de los premios, y son 39 años, se repartió el galardón a Mejor Película de manera ex aequo repartido entre La infiltrada y El 47, gran triunfadora esta última con cinco ‘cabezones’.
Así pues, el cine isleño miró la gala celebrada ayer sin contener el aliento tanto como lo había hecho en anteriores ocasiones ya que desde la pandemia, siempre había habido alguna opción de ‘rascar’ algo para la Isla. Hasta ayer. Anoche se acabó la racha.
Las actrices Maribel Verdú y Leonor Watling hicieron de maestras de ceremonias en una velada que por mucho que cada año intenta ser más divertida, más dinámica, más moderna y, por lo tanto, menos larga, tediosa y trastabillada. Y, bueno, hubo de todo un poco. Las primeras categorías se sucedieron con celeridad y con un primer discurso, el de Salva Reina que ganó como Mejor Actor de Reparto por El 47, que fue un portento de emoción y energía bien recibida por el público.
Arrancaba así una noche que tuvo algunos fallos de conexión en sus primeros minutos, con saltos, pero que poco a poco dio lugar a una emisión nítida que permitió disfrutar del emotivo Goya de Honor a Aitana Sánchez-Gijón, recibido de manos de la propia Verdú. Ambas se deshicieron en elogios mutuos y la homenajeada clausuró su parlamento con un claro guiño a la actualidad del mundo: «Hay que tener miedo a los nuevos imperialismos y limpiezas étnicas».
La música fue, sin duda, una de las notas más habituales de una gala que mantuvo su ritmo habitual entre actuaciones y discursos. Varios artistas como Alejandro Sanz, Miguel Ríos, Amaral, Rigoberta Bandini o Dellafuente y Lola Índigo –no en vano estábamos en Andalucía– sirvieron como píldoras entre los muchos discursos, la mayoría de los cuales alargándose más de lo debido y debían luchar, precisamente, contra la música que sonaba desde los altavoces del lugar como un no demasiado sutil indicativo de que debían terminar y que, en la mayoría de los casos, ignorado. Notorio fue el momento en el que los ganadores al Goya de Sonido –para más señas– por Segundo Premio tuvieron que combatir contra los decibelios para poder agradecer su merecido galardón. Quizá conviene tomar nota y aplicar otras medidas como, por ejemplo, bajar el sonido de los micros en lugar de subir el de los altavoces, pero es tan solo una idea.
La música fue también la excusa que hizo subir a Alberto Iglesias, compositor de la banda sonora de La habitación de al lado, de Pedro Almodóvar, que ascendió al escenario para recoger su nada menos que 12 Goya a título personal, siendo la persona que má stiene. Por otro lado, una de las frases de la noche la dejó Javier Macipe, director de La estrella azul: «El más ateo sabe que el cine es un milagro».
Otro de los momentos más especiales llegó, claro, con el Goya Internacional, que recayó en el guapo eterno, Richard Gere, y que recibió de manos de Antonio Banderas. Gere habló de muchas cosas, quizá demasiado rápido a juzgar por lo mal que le fue al subtitulador seguirle el ritmo, pero de entre lo que dijo destacamos su defensa de España, donde reside ahora, como un país donde «nos cuidamos los unos a los otros» como oposición a otros en un «lugar oscuro» como el suyo de origen, Estados Unidos, donde «el autoritarismo» está a la orden del día.
Polémica
Antes de la retahíla de premios importantes, que siempre se hacen de rogar, llegó el momento morboso y fue, claro, con el premio a Emilia Pérez, la cinta que es el epicentro de la polémica ahora por su actriz protagonista, Karla Sofía Gascón, que no acudió a la gala. Los productores del filme realizaron un alegato en el que dijeron que «frente al odio y el escarnio, más cine y más cultura».
El tramo final recayó, tras el discurso del presidente de la Academia, Fernando Méndez Leite, en los pesos pesados como el de Mejor Actor Protagonista a Eduard Fernández (por Marco), entregado por su hija Greta Fernández, y quien avisó de los «peligros del fascismo»; y a Carolina Yuste, como Mejor Actriz Protagonista, por La infiltrada, que se llamó a sí misma «privilegiada» por poder dedicarse a su profesión. Y, finalmente, acabó todo con la sorpresa inédita de que La infiltrda y El 47 se llevaron de manera conjunta el premio a Mejor Película, mostrando la difícil papeleta de decidir entre dos cintas que, simplemente, están muy bien hechas.
8 comentarios
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Cada uno tiene su opinión, me cansa el cine español, parece monotemático, las galas están enfocadas al lucimiento político de una izquierda cansina y que roza lo casposo, pero eso sí quiere aparecer glamurosa. Se busca el slogan fácil y ser muy progre, eso sí, con dinero público (hay que saber a quién tener contento). Salvo alguna honrosa excepción, más de lo mismo, con los mismos y el mismo discurso.
Sobrasada rockTAL CUAL !!!
SelenitaMejor los gringos que cada petardo que hacen estallar vale más que todo un proyecto español, no. Un poco más de empatía hacia lo patrio.
Lo que sobra es la cantidad de personas que suben al escenario y sobre todo los interminables discursos- mitin de los premiados, no debería pasar de UN MINUTO cada uno, no puede durar cuatro horas es insoportable señores del cine.
Sobrasada rockLo de siempre...Y ni una voz discordante, no sea que el año que viene no te inviten...
Dejando de lado la.odiosa política de bandos, muy grande Eduard Fernandez, actorazo para mí uno de los mejores que tenemos en este país. Tanto por Marco como por el 47, es que se sale, un crack
Por el cine español actual no doy ni un euro
Premios de pandereta. El "amado" lider Sánchez se dió un baño de aplausos ante los eufóricos subvencionados. Espectáculo simplemente penoso, a la altura del cine que se produce en España.