«Whitney» profundiza en una cantante que vendió más de 200 millones de álbumes en todo el mundo y que entre sus éxitos incluye títulos como «I will Always Love You» o «Saving all my Life for You».
Lo hace con entrevistas a la gente más cercana de su entorno, como su madre, Cissy, o su exmarido, el rapero Bobby Brown, con los que construye un puzzle que revela que su prima Dee Dee Warwick abusó de ella de pequeña y recorre tanto el alcance de su cima profesional como la posterior bancarrota.
Macdonald no tenía un interés particular por la cantante cuando su agente, Nicole David, le contactó: «Me dijo que era a quien más había querido en su vida profesional pero que nunca comprendió por qué acabó llevando una vida tan trágica, y me pidió ayuda para entenderla», contó el director.
La gente, señaló, «estaba asustada de hablar de ella porque la historia es tan oscura que pensaba que iban a ser asociados, culpados, o se sentían culpables».
El cineasta, Óscar a la mejor película documental en 2000 por «One Day in September», tiene claro que la intérprete no podía haber escapado de su trágico final. «Nunca fue capaz de crecer por culpa del abuso sexual, no pudo alejarse del tornado de cosas que la rodeaban, fuera la droga, casarse con el hombre equivocado o no estar presente para su hija», que en 2015 murió por una combinación de ahogamiento en una bañera e intoxicación por drogas y alcohol.
Whitney fue una víctima, dice, que alcanzó el estrellato al coprotagonizar con Kevin Costner «El guardaespaldas» (1992) y a quien los sucesivos excesos le fueron apagando su voz, «una jeringa que va directa al corazón».
Macdonald acepta meterla en el mismo saco que otros artistas malogrados como Michael Jackson o Amy Winehouse: «Personas con mucho talento y defectos que los machacaron», y que despiertan el interés también «porque a los seres humanos nos fascina la tragedia».
Y en el perfil que traza de una mujer que empezó a cantar en el coro de su iglesia en Newark y dio salto al mundo profesional empujada por su madre, también cantante, ofrece nuevos matices sobre su orientación sexual y la relación ambigua que mantuvo con Robyn Crawford, la mujer que diseñó su imagen.
«Si hay un mensaje que extraer, es que la prensa y las redes pueden ser muy crueles en la forma en que tratan a la gente, pensar que los famosos son juguetes, olvidando que todos tenemos sentimientos y que, de hecho, algunas de las mayores estrellas son las más vulnerables», concluye.
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