Una de estas atracciones, situada en el restaurante Mas Oller, de Caldes de Malavella (Girona), voló este domingo unos 40 metros por encima del tejado del establecimiento y causó la muerte de una niña, y heridas graves a otros dos menores, y menos graves o leves a otros cuatro.
Aunque aún se desconocen los motivos del percance, OCU recuerda que los castillos nunca deben usarse con viento, ya que pesan poco y un viento de 15 kilómetros por hora ya puede moverlos. En ningún caso se puede tener abierto si supera los 38 km/h.
Además, estas atracciones deben estar bien sujetas con anclajes planos y que no sobresalgan. Si esto no es posible, deben usarse sacos de arena.
Este tipo de atracciones necesita la vigilancia permanente de al menos dos monitores y es importante que cuente con un espacio libre alrededor. El perímetro mínimo es de 2 metros, que se amplía a 3 metros y medio en los laterales abiertos.
Caídas
La OCU advierte también de que deben respetarse los turnos, bien por edades o bien por estatura, para que no usen la atracción al mismo tiempo niños de constituciones muy distintas, y debe contar con una rampa que cubra toda la anchura del arco de entrada.
Igualmente, estas instalaciones deben contar con algún tipo de material que amortigüe posibles caídas, como colchonetas o espuma (una simple moqueta no es suficiente).
El hinchado debe ser uniforme, por lo que esta organización recomienda prestar atención a la firmeza en la zona de acceso y salida, ya que es donde es más peligroso que los niños pierdan el equilibrio, al igual que en las zonas más altas.
En el castillo debe figurar que se cumplen los requisitos de la normativa EN14960, debe tener una placa que identifique la potencia del hinchador a utilizar, los usuarios (su número máximo y la altura mínima), el año de fabricación y la dirección de la empresa responsable, y debe contar con un seguro de responsabilidad civil y licencia de actividad.
Es indispensable, señala la OCU, que cualquier particular que quiera contratar la instalación de estas atracciones se asegure de la existencia de estos seguros y permisos.
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Vivimos tiempos en los que el liberalismo y la desregulación ondean su bandera y gritan a los cuatro vientos que la Administración les oprime, que necesitan permisos y autorizaciones para todo. El ser humano es egoísta y codicioso y por este motivo la sociedad se organiza para regular y controlar las actividades económicas ya que, de lo contrario, somos capaces de poner en serio peligro la vida de los demás a cambio de ahorrarnos unos euros. Quiero pensar que la mayoría de las desgracias ocurren por estupidez y no por maldad. Si la Administración exige un permiso para algo, habrá algún motivo. Si este restaurante hubiera cumplido con la normativa, puede que no hubiese que lamentar esta desgracia.