«No todas las víctimas son ideales, la mayoría no cumplen los estereotipos», asegura la psicóloga y sexóloga Susana Ivorra. En este sentido, explica que se pueden englobar en cuatro modos de actuación. «Tradicionalmente se habla de dos sistemas de afrontamiento ante una situación de peligro: lucha o huida (fight o flight en inglés). Sin embargo, sabemos que existen otros de los que no se habla y que curiosamente se dan a menudo».
En este punto, detalla que «uno es la parálisis (freeze). Te bloqueas, el shock impide que movilices tus recursos. Puede que tengas mucho temperamento y que seas muy vehemente y enérgica en otras situaciones, pero ante una situación de acoso sexual te paralizas. Incluso te disocias, como si salieras de tu cuerpo y te convirtieras en un mero espectador de lo que sucede, para que así todo pase más rápido y lo sufras menos».
El cuarto mecanismo de afrontamiento es «la adulación (fawn), que son esas risas incómodas, esas respuestas evasivas que buscan llevar el foco de atención a otro lado sin violentar con un rechazo evidente a la persona que te está incomodando».
Relaciones abusivas
La prestigiosa psicóloga y sexóloga expone que más allá de la respuesta ante un caso de acoso sexual «está la valoración de las consecuencias, especialmente cuando la relación con el agresor es asimétrica; es decir, cuando uno tiene una posición de poder, tiene un estatus». En su opinión, «hay que ser muy ingenuo para pensar que tienen las mismas probabilidades de ser creídos el agresor y la víctima, cuando el agresor goza de cierto estatus. Por eso, las relaciones abusivas se dan con una frecuencia aplastante de superiores a subordinados y no a la inversa. Para que pueda haber esa equidad en la credibilidad, la víctima debe ser perfecta, ideal, en definitiva, una ficción».
Ivorra advierte que «hay muchas mujeres todavía que hemos crecido con el 'calladita estás más guapa', con la complacencia, con el miedo a herir el ego ajeno. Nadie se sacude toda esa programación psicológica rápidamente, ni porque hayas leído sobre feminismo ni porque seas feminista».
Aunque señala que «hace mucho que se ha abandonado el mito de que hay un perfil único de víctima, todavía lo tenemos grabado. Nos cuesta creer que una persona con valores como los que exponía Errejón u otros parecidos ejerciera esa violencia sin provocación o sin consentimiento; y ahí ponemos el foco en la víctima. Sin embargo las personas que utilizan su poder para someter o dominar a otras no lo hacen porque hayan interpretado mal las señales, porque fueran provocados, porque creyeran que les estaba permitido y era deseado. Lo hacen porque pueden. De ahí, emana la satisfacción. Y eso nada tiene que ver con prácticas sexuales de dominación y sumisión en las que, además de consentido, ese encuentro es deseado por ambas partes».
3 comentarios
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Dudo, luego existoEn general podría estar más o menos de acuerdo contigo, pero en este caso se trata de justicia poética ya que Errejón era el primero en entonar el "hermana yo sí te creo" en cualquier caso que afectase a otros. Y su partido "Sumar" que le encubrió y ejerció de tapadera durante mucho tiempo, tiene personajes como Rita Maestre que se jacta públicamente de haber acabado con la presunción de inocencia para los investigados por este tipo de delitos. Nada más natural y justo que le traten de la misma forma que él y su secta partidista exigían que tratasen a los demás presuntos autores de este tipo de delitos.
Con la legislación actual, que ellos mismos han parido, es muy posible que este tenga que ingresar en prisión.
Nada justifica que la "víctima" fuese al domicilio del agresor de forma voluntaria tras, según comenta, haber sufrido ya "abusos"... NO es coherente. Efectivamente, la lucha o la huída es lo más frecuente, pero no hubo ninguna de estas reacciones. Luego usa otras 2 explicaciones que están totalmente sacadas de contexto. La parálisis de la víctima suele ocurrir durante, por ejemplo, una violación, cuando ya no se puede hacer nada, junto con la disociación, pasando a ser un espectador de lo que está ocurriendo, y, en esas situaciones, es lógico, como dice la psicóloga, "para que pase más rápido y sufras menos"... pero no es el caso que nos ocupa, porque no se quedó paralizada... estaba en una fiesta y luego se fue con él... y tampoco reaccionó con las risitas como excusa, quedándose en la fiesta para sacárselo de encima, no... se fue con él a su casa... fue su decisión. No podemos responsabilizar a otras personas de nuestras decisiones. No defiendo ni al personaje ni a la persona de Errejón, que perdió toda credibilidad al traicionar a su partido en el peor de los momentos, pero tampoco podemos privarle de sus derechos. La corriente actual de tratar a las mujeres como seres irresponsables es perversa.