El jefe de Ejecutivo, Pedro Sánchez, a su llegada a la sesión de control al Gobierno celebrada este miércoles en el Congreso. | Efe - SERGIO PÉREZ

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Las primeras andanadas dialécticas del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, este miércoles en el Congreso en la primera sesión de control del nuevo curso político han destilado un optimismo como pocas veces habíamos presenciado. El reciente nombramiento de Teresa Ribera como vicepresidenta de la Comisión Europea, así como la revisión al alza de las previsiones de crecimiento de nuestro país por parte del Banco de España, han sido los puntales en los cuales el líder del ejecutivo central ha basado su argumentario. Sin disimulo ha invitado a lo que ha tildado de «oposición avinagrada» a reconocer que las perspectivas son positivas. Ninguna mención ha hecho al reciente varapalo parlamentario pocas horas antes, cuando Junts de nuevo hizo naufragar las expectativas de la coalición progresista.

Alberto Núñez Feijóo, en su calidad de líder de la oposición, no le ha comprado a Sánchez el argumento en absoluto. Ha ido más allá y no ha dudado en relacionar el nombramiento del exministro José Luis Escrivá, nuevo gobernador del Banco de España, como algo inaudito, con un comportamiento propio del mismísimo Franco, el dictador que el propio Gobierno progresista se ocupó de exhumar de Cuelgamuros. La carta de Venezuela tampoco ha faltado en las primeras intervenciones. Parecía que nadie quisiera traer a colación lo evidente.

Ha sido el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, quien explícitamente ha alertado a Sánchez de que se está conformando «un bloque nuevo de derecha y ultraderecha» en el que, además de PP y Vox, ha incluido a Junts. «Ya han perdido 35 votaciones, muchas de ellas por este bloque. Ayer mismo en ese voto miserable contra la regulación del alquiler que afecta a tantísima gente», ha dicho en referencia a la toma en consideración de una proposición de ley de Sumar, en la que Junts cambió su voto a última hora al pasar de la abstención al no. Íñigo Errejón precisó que le avisaron de la decisión tres minutos antes de apretar el botón.

En este contexto Rufián ha preguntado al presidente del Gobierno cuánto cree que va a durar la legislatura y le ha alertado de que hay un «fantasma» de «derecha y ultraderecha» que recorre el hemiciclo. «Llevan meses diciendo, no, Junts no se va a atrever. No, hombre, Junts no puede ir con quienes pegaron a los catalanes el 1 de octubre. No, hombre, Junts no puede ir con quienes niegan la nación catalana. No, no pueden. Desconocen absolutamente la capacidad, la enorme capacidad mediática de blanqueamiento de esta gente», ha añadido el portavoz de ERC.

En su respuesta, Sánchez no se ha referido explícitamente a Junts, ha reivindicado el trabajo de ERC y ha insistido en su voluntad de agotar la legislatura. «Las legislaturas, según mandata la Constitución, son 4 años. Por tanto nos quedan 3 años hasta el final de esta legislatura». No obstante nada garantiza las condiciones en las que finalizará la legislatura, ni si de hecho lo hará. Si alguna vez pareció que los de Carles Puigdemont regresaban a algún lugar desde el cual facilitaran las cosas en Madrid, cada vez queda más diáfano que fue puro espejismo.