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Cada vez más informes de organismos nacionales e internacionales advierten sobre el impacto que tiene el cambio climático en la economía, y uno de los sectores más expuestos a los efectos de este fenómeno es el turismo, tradicionalmente de sol y playa en España y concentrado en los meses de verano.

De acuerdo con la Memoria CES 2023, del Consejo Económico y Social, "el cambio climático impacta al sector turístico a través de varias vías: afectación de recursos naturales, deterioro de infraestructuras clave, así como cambios en la oferta y la demanda turística con especial incidencia en los destinos de litoral y nieve".

El turismo imperante en nuestro país, sin embargo, está en situación de riesgo por el aumento de las temperaturas y la abundancia y duración de las olas de calor, los temporales, las inundaciones, la erosión del suelo, entre otros efectos derivados del cambio climático.

Todos estos fenómenos no solo ponen en peligro el atractivo de las costas españolas y limitan el "confort climático" de los turistas y habitantes de las zonas costeras, sino que la degradación del suelo y la concentración espacial y temporal de recursos que requiere este tipo de turismo generan a su vez más emisiones de CO2 y desgastan las zonas más explotadas.

En este contexto, la demanda se está desplazando hacia nuevas regiones como el norte de España y se está repartiendo también gradualmente entre los meses de mayo a octubre.

Esta y otras tendencias del turismo son las que recoge el informe 'La reciente diversificación de los flujos turísticos internacionales hacia España', publicado por el Banco de España (BdE) en mayo de este año. En él, el organismo analiza la coyuntura del sector y su importancia para la economía española.

En esta línea, el turismo supuso en 2023 un 12,8% del PIB y del empleo español, lo que equivale a 186.596 millones de euros, según cálculos de Exceltur, Alianza para la Excelencia Turística. De acuerdo con los datos recabados por la patronal turística, el del año pasado fue un máximo histórico.

El horizonte del turismo de sol y playa

Mientras, España camina hacia un nuevo año récord para el sector. Según datos de FRONTUR, la Estadística de Movimientos Turísticos en Fronteras del Instituto Nacional de Estadística (INE), el país recibió el año pasado a más de 85 millones de turistas internacionales, casi dos millones más que el máximo histórico de 2019. Puesto que la mayoría de ellos vinieron a España en busca de sol y playa, Canarias y Baleares fueron las comunidades más demandadas.

En el contexto del desplazamiento de la oferta turística hacia zonas con temperaturas menos sofocantes, el informe del Banco de España subraya que "nuestro país está particularmente expuesto a los riesgos físicos asociados al cambio climático, por lo que el impacto del calentamiento global sobre la actividad turística podría incidir de manera más adversa de lo observado en los últimos años".

Pero no solo la diversificación resultante es en términos geográficos, pues el sector va camino de conseguir su objetivo de reducir la estacionalidad, lo que significa que se está trabajando en que la afluencia turística esté más dividida entre las distintas épocas del año. De esta forma, los destinos tradicionalmente de playa seguirían recibiendo turistas, solo que más repartidos entre los meses de otoño e invierno.

En esta línea, el Banco de España señala que "sobresale el reto de lograr un uso eficaz de los fondos Next Generation EU para dirigir los proyectos de inversión hacia la mejora de las infraestructuras de transportes y la regeneración de las áreas turísticas más congestionadas".

Vulnerabilidad de las costas españolas

La firma internacional de consultoría de sostenibilidad Arup publicó el pasado lunes un informe sobre la acuciante necesidad de que las ciudades costeras españolas, eminentemente turísticas, se protejan frente a los impactos del cambio climático.

Las principales amenazas en este sentido son el aumento del nivel del mar, la erosión de las costas o los cambios en los patrones de lluvias con periodos de sequía más largos y tormentas más fuertes, entre otras.

El estudio de Arup apunta hacia algunas soluciones o recomendaciones, y entre las más sostenibles está el diseño de infraestructuras resilientes y la creación de parques y zonas verdes, que actúan como una barrera natural contra inundaciones.

Reducir el riesgo de los fenómenos derivados del cambio climático es vital para que la actividad económica en general de las ciudades costeras, y la turística en particular, funcionen correctamente.