El BBVA añade que ha nombrado asesores a tal efecto, mientras que el Sabadell, en su propia comunicación al supervisor bursátil añade que ha recibido a las 13:43 horas de este martes una propuesta escrita de BBVA para una fusión, que el consejo de administración del Sabadell analizará adecuadamente. Se trataría del segundo intento oficial después de que en noviembre de 2020, el BBVA y el Sabadell reconocieran que estaban negociando una fusión desde hacía meses, si bien dos semanas después de desvelar los contactos, las dos entidades anunciaron la ruptura de las conversaciones.
El BBVA prefirió no dar explicaciones, pero el Sabadell desveló entonces públicamente que la operación no había salido adelante al no llegar a un acuerdo sobre la eventual ecuación de canje de las acciones, es decir, el precio de la operación. En aquel momento se barajaba que la integración se haría mediante un intercambio de acciones y no en metálico, lo que el Sabadell, que no pasaba por su mejor momento en bolsa, consideraba que le perjudicaba porque creía que tenía mayor capacidad de generar valor por sí mismo. Por la misma fecha, el BBVA anunciaba la venta de su filial en Estados Unidos por 11.600 millones de dólares (unos 9.700 millones de euros al cambio de noviembre de 2020), una operación que le supuso importantes plusvalías y un exceso de capital que, en ocasiones, ha repartido entre sus accionistas vía dividendo y recompra de títulos.
En paralelo, el Sabadell, con sus planes de ganar valor en bolsa, apenas unas semanas después de las rupturas de aquellas conversaciones con el BBVA, ya en diciembre de 2020, anunció que César González-Bueno pasaría a ser el consejero delegado del grupo en sustitución de Jaime Guardiola. El banco empezaba una nueva etapa en busca de mayor rentabilidad que se ha traducido en una mejora de los resultados que, a tenor de la evolución de la cotización, el mercado ha aplaudido, pues la acción ha más que cuadruplicado su valor, hasta llegar a los 1,86 euros de esta tarde.
El cambio de la política monetaria y las subidas de los tipos de interés en Europa también contribuyeron a que la acción de Sabadell comenzará a recuperarse, sin llevar a cabo la venta de su filial TSB, con la que se especuló y que el nuevo consejero delegado siempre ha defendido que forme parte del perímetro del grupo.
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Si quieren ver empleados estresados y casi son ganas de llorar, vayan a una oficina bancaria (no diré nombres) en la que han dejado a uno solo afrontando todo lo que venga. Porque la plantilla es mínima e insuficiente, tras la filosofía de que el cliente se busque la vida a través del cajero automático, del móvil o el ordenador. El puesto de caja, efectivo, funciona en contados sitios y como el Guadiana, ahora sí, ahora no. Procura no tener ninguna incidencia, porque quien te atienda o te mandará a una oficina con más medios (previa petición de hora, esta es otra) o te dirá que no puede resolverlo, que hables con tu gestor, si tienes. Están para capear el temporal y mejor si no entra nadie. El objetivo es salir del paso como uno pueda, aunque no se resuelva el asunto. La culpa no es de quien te atiende, sino de quien pone un simple peón donde debería haber, dos o tres, más una reina y un alfil. Y no cambies de molinero porque de ladrón no escaparás. Ahora se quieren fusionar otros dos, para ser más competitivos. Quizás las leyes de los grandes números les vayan bien, pero lo que es la eficiencia ante el cliente o la búsqueda de la excelencia, como en otro tiempo se promulgaba, cada día más lejos. Así es normal que les salgan unos beneficios astronómicos, en proporción inversa al servicio que dan. ¿Para cuando un banco con un presidente, dos informáticos y un CEO (esto que no falte) como única plantilla?