Personas sin mascarilla por la calle, este jueves en Palma. | M. À. Cañellas

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En España ha dejado de ser obligatorio el uso de la mascarilla en exteriores. La sexta ola de la pandemia del coronavirus retrocede en todo el país después de semanas de incidencias inéditas hasta ahora, favorecidas por altísima transmisión de la variante ómicron, las mascarillas se dejan para interiores y aglomeraciones un mes y medio después de que el Gobierno reimplantara de manera sorpresiva para muchos la medida. En Baleares, la retirada del cubrebocas en la calle, que llega el mismo día que se ha conocido que el pasaporte COVID se retirará a partir del lunes, se vive entre la liberación y todavía el escepticismo, algo que se ha podido apreciar en las primeras horas de la jornada cuando muchos ciudadanos han optado por seguir haciendo uso de ella en los exteriores.

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La mascarilla lleva entre nosotros hace dos años, desde el inicio de la pandemia de la COVID-19, como una de las medidas efectivas para evitar la propagación del virus. Hemos convivido con ellas, con sus diferentes tipos de protección y filtros, en la calle, en el trabajo, en los gimnasios, en los estadios de fútbol, en los conciertos, en casa, en los restaurantes, en los colegios... En muchos de esos espacios seguirá siendo obligado su uso, por ser interiores, pero si hoy hay un lugar donde la mascarilla dará mucho de qué hablar será en los centros educativos, donde los niños volverán a verse las caras en los patios después de dos cursos en los que el tiempo de descanso ha estado marcado por las mascarillas, la distancia social, los grupos burbuja... Otra cosa es el interior del aula, donde tendrán que seguir haciendo uso de ella.

Y es que a pesar de que al aire libre la mascarilla podrá guardarse, la obligatoriedad se mantiene en eventos multitudinarios que tienen lugar en espacios al aire libre cuando los asistentes estén de pie o, si están sentados, cuando no se pueda mantener una distancia de seguridad de al menos 1,5 metros entre personas o grupos de convivientes. También sigue siendo obligatorio en los medios de transporte público, especificándose que esto incluye andenes y estaciones de viajeros y teleféricos. Además, esta medida de control no farmacológico se mantiene, además, en cualquier espacio cerrado de uso público o que se encuentre abierto al público. El decreto que recoge la medida recuerda que la relajación de las medidas que se incluye en este real decreto, propuesta para la población general, se debe valorar a nivel individual de acuerdo con la pertenencia a grupos de mayor vulnerabilidad, la vacunación y la actividad y comportamiento social que pueda incrementar los riesgos de transmisión.