Vista del tejado de la Embajada Británica en Berlín donde, al parecer, hay instalaciones de escuchas - EFE

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El ministro de Exteriores alemán, Guido Westerwelle, citó ayer al embajador del Reino Unido en Berlín, Simon McDonald, a raíz de las informaciones que apuntan a que en su legación diplomática hay instalados equipos de espionaje.

En un comunicado, el ministerio de Exteriores explicó que se ha solicitado del diplomático «una aclaración sobre las informaciones aparecidas en medios británicos» y advirtió de que «espiar comunicaciones desde una sede diplomática es una actividad ilegal».

El diario británico «The Independent» publicó ayer, citando documentos de los servicios secretos estadounidenses, que la embajada británica en la capital alemana, próxima a la de EEUU y junto al distrito gubernamental, cuenta con un equipo de escuchas.

Estos documentos, relata el rotativo inglés, son parte de los que se encuentran en posesión de Edward Snowden, el extécnico de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de EEUU que destapó este verano la trama global de espionaje de Washington.

Según estos informes, la NSA, junto a los servicios secretos de Reino Unido y otros «socios clave» operan «una red de puestos de espionaje electrónico desde sedes diplomáticas en todo el mundo que interceptan información de los países anfitriones».

Hace dos semanas el ministerio de Exteriores alemán tomó la decisión inédita de convocar al embajador de EEUU en Berlín, John B. Emerson, al día siguiente de que Cancillería difundiese sus sospechas de que los servicios secretos estadounidenses habían 'pinchado' uno de los móviles de Angela Merkel.

«Sin motivos ni indicios muy serios no hubiésemos dado un paso diplomático de esta gravedad», dijo Westerwelle tras su encuentro con el embajador estadounidense.

Según las informaciones difundidas por distintos medios alemanes -basadas en parte en la documentación de Snowden- el teléfono de Merkel, un Nokia de gama media sin sistema de cifrado y que corría a cuenta de su partido, estuvo intervenido durante más de década.

El caso ha originado una de las mayores crisis diplomáticas entre EEUU y Alemania en décadas y Berlín se debate entre llegar al fondo de la cuestión y extraer consecuencias y cuidar su estrecha relación bilateral con Washington.