Benedicto XVI, que renunciará al papado el 28 de febrero, ofició ayer su última misa multitudinaria, en la que se mostró visiblemente emocionado por el afecto de los fieles y en la que denunció que la división en el clero y la falta de unidad desfiguran el rostro de la Iglesia.
En una basílica de San Pedro del Vaticano abarrotada de fieles, el papa Ratzinger ofició la misa del Miércoles de Ceniza, que abre la Cuaresma, y destacó la importancia del testimonio de fe y vida cristiana de cada uno de los seguidores de Cristo para mostrar la verdadera cara de la Iglesia. El anciano pontífice añadió que, sin embargo, muchas veces ese rostro "aparece desfigurado".
"Pienso en particular en los atentados contra la unidad de la Iglesia y en las divisiones en el cuerpo eclesial", añadió el papa, quien agregó que hay que vivir la Cuaresma de una manera intensa, superando "individualismos y rivalidades".
Benedicto XVI también dijo que Jesús denunció la "hipocresía religiosa, el comportamiento de quienes buscan el aplauso y la aprobación del público". "El verdadero discípulo no sirve a sí mismo o al público, sino a su Señor, de manera sencilla, simple y generosa", subrayó el papa, quien añadió que el testimonio del cristiano será más incisivo cuanto menos busque la gloria.
En su segunda aparición pública tras el anuncio el pasado día 11 de la renuncia -la primera fue también ayer en la audiencia pública de los miércoles-, Benedicto XVI se refirió a su decisión y pidió por la Iglesia, "en este particular momento", y que le tengan presente en sus rezos. "Las circunstancias han sugerido que nos reunamos en torno a la tumba de San Pedro para pedir por la Iglesia en este particular momento, renovando nuestra fe en Cristo. Para mí es la ocasión para agradecer a todos cuando me dispongo a concluir mi ministerio y para pedirles que me tengan en sus plegarias".
Esas palabras fueron la continuación de las expresadas durante la audiencia pública, donde aseguró que ha decidido renunciar al pontificado "en plena libertad, para el bien de la Iglesia", y después de "haber orado largamente y tras examinar mi conciencia delante de Dios".
El papa Ratzinger agregó en ese encuentro público que es "consciente" de la "importancia" del hecho, pero también consciente de "no ser capaz de llevar a cabo el ministerio petrino (de Pedro) con la fuerza física y el espíritu que lo requiere".
El anciano pontífice reconoció que estos son días "no fáciles" para él, pero que ha notado "casi físicamente la fuerza de la plegaria que el amor de la Iglesia, vuestra plegaria, me da".
En la homilía de la misa de la basílica de San Pedro dijo también que la Cuaresma es un tiempo de conversión y exhortó a los fieles a "regresar a Dios", señalando que ese retorno se hará realidad cuando la gracia del Señor penetre en los hombres y lacere sus corazones.
"Atravesar el corazón y no los vestidos. En efecto, en nuestros días son muchos los que están dispuestos a rajarse las vestiduras ante escándalos e injusticias -naturalmente, las cometidas por otros-, pero pocos parecen dispuestos a actuar sobre su propia conciencia e intenciones, dejando que el Señor transforme, renueve y convierta", afirmó.
El Obispo de Roma reiteró las prácticas tradicionales de la limosna, el ayuno y la plegaria en este tiempo de Cuaresma como caminos para regresar a Cristo.
Tras la homilía, el cardenal Angelo Comastri, arcipreste de la basílica de San Pedro, impuso las cenizas al papa. Después Benedicto XVI se las impuso a él, al secretario de Estado, Tarcisio Bertone; al cardenal decano, Angelo Sodano, y a numerosos frailes y seglares.
Concluida la misa, Bertone expresó a Benedicto XVI la "tristeza" de la Iglesia por su renuncia al pontificado, una decisión, dijo, que demuestra "su pureza de corazón, su humildad, docilidad y valentía".
"No seríamos sinceros si no le dijéramos que hoy hay un velo de tristeza en nuestros corazones", dijo Bertone, quien subrayó que este acto revela que "la pureza de mente, la fe fuerte y exigente, la fuerza de la humildad y docilidad, junto con una gran valentía han marcado cada paso de su vida y de su ministerio".
Tras las palabras de Bertone, los presentes rompieron en un largo aplauso que se prolongó durante varios minutos, mientras se vio al papa visiblemente emocionado, logrando sólo dar las gracias.
Benedicto XVI se retirara el próximo domingo durante una semana para mantener ejercicios espirituales, que concluirá el sábado 23 de febrero. Durante esos día no celebrará ningún acto público.
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