Con el dramatismo de quien arriesga la vida por ampliar nuevos horizontes, el deportista Felix Baumgartner cumplió ayer su sueño de ser el primer hombre supersónico al alcanzar una velocidad máxima de 1.342 kilómetros por hora.
También ha inscrito su nombre en otras dos marcas superadas, arrojarse en caída libre desde el lugar más alto, 39.045 metros, y subir en un globo tripulado al punto más alejado de la tierra, según los datos preliminares de la misión, que deben aún ser ratificados.
En los primeros 40 segundos de caída libre el experimentado deportista ha acelerado hasta los 1.342 kilómetros por hora (Mach 1,24), o lo que es lo mismo, 373 metros por segundo.
Esos primeros segundos han sido los más terribles, cuando parecía que Baumgartner giraba sobre sí y perdía el control sobre el descenso.
"Durante unos segundos pensé que iba a perder el sentido", confió el deportista de 43 años, en sus primeras declaraciones tras llegar a tierra sano y salvo en paracaídas en la localidad de Roswell, en Estados Unidos, donde ha tenido lugar el salto.
"Ha sido muy difícil. Estás deshidratado, estás cansado. Ahí arriba es un mundo distinto, el cuerpo reacciona de forma diferente", declaró.
Baumgartner logró controlar tras esos segundos de incertidumbre el descenso y evitó caer en barrena, lo que le podría haber ocasionado una hemorragia cerebral en caso de girar de forma descontrolada.
El deportista no ocultó su alegría al llegar a tierra de una sola pieza cuando felicitó y abrazó a sus padres y su novia, que habían seguido al borde de las lágrimas la aventura, especialmente su madre, Eva, que no pudo evitar llorar.
"A veces tenemos que llegar muy alto para ver lo pequeños que somos", declaró a la prensa poco después el deportista.
"Cuando uno está de pie en la cima del mundo, se es demasiado humilde como para pensar acerca de los récords", agregó.
Poco le importó que no hubiera superado una de las marcas que se propuso romper.
Y es que en el descenso total de unos nueve minutos, la caída libre de Baumgartner ha sido de cuatro minutos y 20 segundos, por lo que no batió el récord anterior, de cuatro minutos y 36 segundos.
Esa marca sigue en posesión de quien ha supervisado el salto desde el control central: Joe Kittinger, de 84 años, que se arrojó en 1960 cuando era miembro de las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos desde una altura de 31.333 metros.
"Joe se ha ganado que su récord siga después de 52 años", dijo el deportista con humor sobre su mentor, al que siempre ha dedicado elogios.
Aun así, los organizadores destacaron que el tipo de caída libre de Kittinger fue de una modalidad distinta a la practicada por Baumgartner, lo que constituiría un récord más.
La ascensión de dos horas y 36 minutos en globo de la cápsula ha sido un acontecimiento planetario, seguido en directo por millones de personas en 150 televisiones y en Internet.
Solamente en el portal digital de vídeo Youtube, casi 7,3 millones siguieron en directo el momento de más visitas, cuando se sentó en el borde de la cápsula antes de arrojarse al vacío a más de 39 kilómetros de altura.
También la agencia espacial estadounidense, la NASA, le dedicó un mensaje en su cuenta de Twitter: "Felicitaciones para Félix Baumgartner y Red Bull Stratos por el salto sin precedentes desde el borde del espacio".
Tampoco el presidente de Austria, Heinz Fischer, quiso perder la oportunidad de felicitarle: "Un gran éxito que se ha conseguido con coraje y perseverancia y que ha captado la atención mundial. Austria se siente orgullosa del logro".
Red Bull ha catalogado la misión como científica y el deportista considera que se podrá conseguir información crucial sobre la reacción del cuerpo humano para futuras misiones espaciales.
"Demostrar que un ser humano puede romper la barrera del sonido en la estratosfera y regresar a la tierra sería un paso hacia la creación en el espacio cercano de procedimientos de rescate que actualmente no existen", explicó antes de la misión.
Con su salto de ayer, Baumgartner ha hecho historia justo en una fecha histórica: hace justo 65 años, el piloto estadounidense Chuck Yeager rompió por primera vez la barrera del sonido, a bordo del avión experimental X-15.
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