El jefe del Gobierno británico, David Cameron, defendió ayer en el Parlamento la decisión de excluir al Reino Unido de un futuro tratado europeo con el apoyo sin fisuras de su partido, las críticas de la oposición y la llamativa ausencia del viceprimer ministro, Nick Clegg.
En su primera y muy esperada intervención desde el pasado viernes, cuando rechazó un futuro tratado de la UE en Bruselas, el conservador Cameron aseguró que acudió a la cumbre de "buena fe" en busca de un acuerdo con el resto de los países, pero que la defensa de los intereses británicos hizo inevitable su rechazo.
El debate estuvo protagonizado por la ausencia del líder de los liberaldemócratas y viceprimer ministro, que resultó evidente desde el primer momento, cuando los diputados laboristas gritaban: "¿Dónde está Clegg?".
El viceprimer ministro explicó más tarde que tomó la decisión de ausentarse del debate para no distraer la atención e insistió en que no está de acuerdo con Cameron en su decisión de "aislar al Reino Unido", lo que disparó las especulaciones sobre las tensiones en el Gobierno de coalición de conservadores y liberaldemócratas.
En una viva y acalorada sesión de 90 minutos, que el presidente de la Cámara tuvo que interrumpir en varias ocasiones para imponer orden, Cameron se mostró convencido y contundente, a pesar de las duras críticas de la oposición que le acusaron de satisfacer al sector más duro de su partido.
El "premier" llegó al Parlamento fortalecido por los populares tabloides que le consideran un héroe de los intereses del Reino Unido y unas encuestas que muestran cómo los británicos apoyan casi en un 60 por ciento la histórica y trascendente decisión.
"Había que elegir un tratado sin salvaguardas o ningún tratado", indicó Cameron, el único líder europeo en quedarse al margen de un acuerdo respaldado por 26 dirigentes de la Unión Europea.
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