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Las tres décadas de democracia local en Es Mercadal se escriben principalmente con dos nombres propios, el de Antoni Pons Fuxà y el de Ramon Orfila, opuestos en lo ideológico y en el estilo y, sin embargo, próximos en la valoración ciudadana. El factor personal ha sido decisivo en las distintas citas electorales, el carisma del candidato fue siempre superior a las siglas, lo que explica el cambio drástico surgido de las urnas del 99. La conclusión de este análisis es rotunda, Orfila rompió el Acord per es Mercadal i Fornells con el que había ganado dos veces de forma consecutiva (1999 y 2003) y se desligó del PSOE, la que se suponía fuerza mayoritaria de la coalición, en 2007, en un declarado pulso de liderazgo. Y ganó en los dos campos, el particular de la lucha de liderazgo de la izquierda y el general al ser la lista más votada y obtener la alcaldía por tercera vez consecutiva. El año pasado renunció a su cargo de acuerdo con el pacto firmado con los socios del PSOE y cerraba una etapa de 11 años como alcalde.

Esa es la trayectoria de la última década, la del cambio en todas sus variantes, el político en su sentido primario, el fisonómico del casco urbano, el de la infraestructura ferial y cultural e incluso el demográfico. El municipio tendrá por primera vez una corporación de trece concejales al haber sobrepasado los cinco mil habitantes de censo.

Las dos décadas anteriores tienen como nombre propio el de Pons Fuxà, el alcalde payés que entendía la política con carácter comunal y la aplicaba con criterios domésticos. En aquel lejano consistorio del 79, cuando el centro dominaba el cotarro, fue concejal por Coalición Democrática, a partir del 83 encabezó la lista del PP con la que ganó esa y las tres convocatorias sucesivas con más del 40 por ciento de los votos. Cuando no obtuvo la mayoría absoluta siempre encontró amigos -cuestión de talante- para gobernar, dado que además era de la vieja escuela, la que entiende que todos los concejales han sido elegidos para asumir alguna tarea independientemente del juego de gobierno y oposición. Ha dirigido 16 años el ayuntamiento.

Pons Fuxà asumió la emancipación municipal de Es Migjorn como un proceso natural, desde la colaboración y el respeto a la voluntad unánime de aquella población, que además preparó un cumplido expediente y la Administración aún no había establecido tantas cautelas contra las segregaciones municipales.

La experiencia de Orfila fue más cruel. Ni Fornells reunía las condiciones de Es Migjorn ni hubo unanimidad municipal para afrontarlo ni la normativa era tan elástica. El resultado, por tanto, no tuvo ningún parecido y la secuelas todavía se perciben.
El carisma de ambos ha marcado el latido municipal a la espera de que alguien tome ahora su relevo. El cargo, sea quien sea, le dará carisma.