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La crítica situación de Grecia un año después de recibir la ayuda internacional, lejos de remitir, se ha agravado y amenaza con provocar nuevas divisiones en la la Unión Europea respecto a la posibilidad de conceder créditos adicionales al país, más allá del rescate de 110.000 millones.

El reconocimiento de que Grecia no podrá comenzar a financiarse en el mercado a partir de 2012, como había sido acordado, debido a los prohibitivos intereses que se siguen pagando por su deuda, ha abierto el debate sobre cuáles son los pasos a seguir.
Los ministros de Finanzas de Francia, Italia, Alemania, España y Grecia se reunieron el pasado viernes en Luxemburgo con el presidente del Banco Central Europeo, el presidente del Eurogrupo y el comisario europeo de Asuntos Económicos y Monetarios para tratar el asunto. El encuentro, que había sido organizado por Francia y Luxemburgo como una cita secreta, salió a la luz debido a una información publicada en el portal digital del semanario "Der Spiegel", en la que se sostenía que Grecia barajaba abandonar el euro.

El comisario europeo de Competencia, Joaquín Almunia, aseguró ayer en Madrid que "nadie va a abandonar el euro" y consideró lógico que las instituciones europeas y los países involucrados en los rescates pidan explicaciones ante posibles modificaciones.
La salida de Grecia del euro también ha sido tajantemente desmentida por los asistentes a la reunión del viernes, aunque la propia celebración del encuentro supone reconocer que el programa acordado hace un año no ha funcionado y que la situación de la economía griega será un problema tanto para la zona euro como para su propia población durante más tiempo del esperado.

Asimismo, implica aceptar una posibilidad que hasta ahora había sido negada con insistencia: la de que es necesario reformar el programa de ayuda a Grecia, que según las informaciones publicadas necesita unos 30.000 millones de euros adicionales en 2012.
El problema griego será abordado junto con el rescate de 78.000 millones de Portugal durante las reuniones de ministros de Finanzas europeos que se celebrarán los próximos días 16 y 17 en Bruselas.

La sostenibilidad de la deuda griega podría abordarse mediante un aumento de los préstamos a Grecia, aunque existen otras opciones, como un mayor alargamiento de los plazos y la reducción de los intereses del rescate -la UE ya aceptó una primera suavización de las condiciones en marzo-, o permitir que el fondo de la zona euro compre bonos del país.

Todo hace pensar que cualquier posibilidad será aún más complicada de adoptar que en el pasado ante la creciente resistencia pública en países "fiscalmente virtuosos", como Alemania o Finlandia, a continuar ayudando a los socios más débiles, a los que culpan de su propia situación.

A toda esta situación hay que añadir que la agencia de calificación Standard & Poor's rebajó ayer de nuevo su calificación de la deuda griega al situar las notas del débito a largo y corto plazo en B y C, respectivamente, desde BB- y B. Además, advirtió que puede volver a rebajarla.