La fragmentada oposición egipcia dio ayer pasos decisivos para prepararse ante un eventual cambio de régimen, con la presencia por primera vez del premio nobel de la paz Mohamed el Baradei en la céntrica plaza Tahrir, epicentro de la protesta, y la creación de un comité de negociación con los militares.
El Baradei, muy criticado por su ausencia en el comienzo de las protestas, reclamó al presidente egipcio, Hosni Mubarak, que dimita, ante miles de manifestantes que, un día más, desafiaron el toque de queda impuesto por las autoridades. "Nos han robado nuestra libertad", dijo el ex director de la Organización Internacional de la Energía Atómica (OIEA), y resaltó que el movimiento por el cambio "no tiene marcha atrás".
Con la ayuda de un megáfono, El Baradei se mostró "orgulloso de ser egipcio" y consideró que los ciudadanos de este país han "recuperado la libertad", antes de pronosticar que "este es el comienzo del fin" para Mubarak.
Las protestas callejeras han carecido hasta el momento de una figura capaz de galvanizar las diferentes sensibilidades ideológicas que pueda ser presentada como un candidato capaz de dirigir una eventual transición.
Por eso, la aparición pública de El Baradei y el anuncio ayer de la creación de un comité para analizar con el Ejército el final del régimen otorgan una nueva dimensión a la capacidad de los opositores de unirse frente a su enemigo común.
El dirigente de los Hermanos Musulmanes Saad Katatni explicó a Efe por teléfono que "el comité podría mantener mañana una reunión con responsables militares para analizar un posible cambio de régimen en Egipto".
Katatni señaló que ese comité, integrado por el ilegalizado grupo islámico y por la laica Asamblea Nacional por el Cambio de El Baradei -que aglutina distintos movimientos opositores-, quiere estudiar con el Ejército la salida de Mubarak del país, la formación de un Gobierno transitorio y la celebración de comicios libres.
El líder opositor Ayman Nur, encarcelado varios años por su oposición a Mubarak, explicó, en declaraciones a la televisión Al Yazira International, que el comité estará formado por diez personas y no negociará "en ningún caso" con Mubarak, sólo con los militares. "Hemos creado este comité para mejorar la situación de la seguridad y, sobre todo, para reclamar que Mubarak deje el poder. Todas las demás demandas se supeditan a esta", explicó el también dirigente del partido Ghad (Mañana).
Por ello, pidió a los responsables de las Fuerzas Armadas que "escuchen al pueblo" y obliguen al presidente a salir "de forma pacífica", algo que no se consideraría un golpe de Estado, ya que es "su deber constitucional".
Pese a ello, en un significativo mensaje, la televisión pública egipcia mostró ayer imágenes de Mubarak reunido con la cúpula militar y acompañado por su nuevo vicepresidente, Omar Suleimán, y el ministro saliente de Defensa, general Husein Tantaui.
Aunque fuentes oficiales informaron de que ayer se daría a conocer la composición del nuevo Ejecutivo, que encabeza el recién nombrado primer ministro Ahmed Shafiq -otro militar-, bien entrada la noche todavía no se había difundido ninguna noticia al respecto. Mientras eso sucedía en los despachos, ni el vuelo rasante de dos cazabombarderos de las Fuerzas Armadas sobre la plaza Tahrir, que sirvió para decretar el comienzo del toque de queda a las 16.00 hora local (14.00 GMT), consiguió amedrentar a los miles de egipcios que se manifestaban.
El ingeniero Brahim el Gretly sintetizó el sentir de la multitud, tratando de hacerse oír sobre el estruendo de los aviones: "No tememos a los militares, son nuestros hermanos, jamás nos harán daño".
Poco antes del comienzo del toque de queda, los manifestantes trataban de abrirse paso entre los tanques, testigos mudos e inmóviles de la ira de miles de personas, mientras desde algunos balcones se lanzaban botellas de agua o alimentos para aguantar mejor la noche que muchos pasarán al raso.
Por primera vez desde que comenzaron las protestas el pasado martes, varios magistrados de la judicatura egipcia y clérigos de la institución religiosa Al Azhar se unieron a los manifestantes en el centro de El Cairo.
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