LLAMAS. En el sector sur fallecieron 66 personas y en el sector norte hubo 15 muertos. - Reuters

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Ochenta y un reclusos murieron ayer a causa de un incendio desatado en la cárcel de San Miguel, una sobrepoblada prisión del sur de Santiago de Chile, pero se teme que el número de víctimas aumente, ya que hay 14 heridos graves. El siniestro, según los funcionarios de prisiones, se inició a las 5:30 horas (8:30 GMT) tras una riña entre reclusos, que quemaron sus colchones, en la Torre 5 de la prisión. Tras recibir la alerta, los vigilantes llamaron a los bomberos, que llegaron en 20 minutos pero nada pudieron hacer para sofocar las llamas a tiempo.

La cifra de muertos, confirmada por el intendente (gobernador) de la región metropolitana de Santiago, Fernando Echeverría, puede aumentar debido a la gravedad del estado de los 14 heridos, pero la de San Miguel es ya la mayor tragedia carcelaria ocurrida en Chile en los últimos cien años. Al cierre de esta edición se habían identificado 31 cadáveres y se calcula que para reconocer a los restantes fallecidos se necesitará por lo menos dos días.

Los heridos graves, que fueron trasladados a centros hospitalario, en su mayoría tienen problemas en las vías respiratorias, además de quemaduras. "Se actuó oportunamente y con prontitud, pero tenemos una sobrepoblación de internos", reconoció el director de Gendarmería, Luis Masferrer

La cárcel de San Miguel está preparada para 1.100 presos, pero actualmente está ocupada por 1.961, una circunstancia que, según las autoridades, "refleja la precariedad del sistema carcelario chileno".

"No podemos seguir viviendo con un sistema carcelario que es absolutamente inhumano", manifestó el presidente de Chile, Sebastián Piñera, a su llegada a la Posta Central de Santiago, uno de los centros hospitalarios a los que fueron trasladados algunos de los heridos graves. Piñera, que calificó lo sucedido como una "tremenda y dolorosa tragedia", afirmó que la situación de hacinamiento en las cárceles del país es un problema "heredado del pasado", en una alusión implícita a los gobiernos de la Concertación.

La cifra de víctimas mortales puede a aumentar en las próximas horas dada la extrema gravedad de los heridos. "Esperamos que esto no ocurra, pero no podemos garantizar que el número de muertos no aumente", admitió Piñera. Mientras los heridos son atendidos en varios hospitales de la capital chilena, decenas de familiares de los reclusos se agolparon en las inmediaciones de la cárcel a la espera de conocer la identidad de los fallecidos.

Disturbios
La cautela de las autoridades para no proporcionar información errónea o imprecisa provocó el enfurecimiento de las personas que habían llegado el día festivo hasta la cárcel para visitar a los internos.

Cuando habían transcurrido más de cinco horas desde el inicio del siniestro, un numeroso y angustiado grupo de familiares descargó su rabia contra las fuerzas de seguridad que custodiaban el recinto en el momento en el que las autoridades informaban sobre las personas que habían resultado ilesas. Los familiares lanzaron botellas y piedras a los funcionarios y policías en las afueras de la cárcel, según pudo comprobar Efe.
El siniestro, el más trágico de la historia de las prisiones chilenas, "demuestra que la situación penitenciaria en nuestro país no resiste más", subrayó el presidente Piñera. "Esta tragedia que nos debe ayudar a corregir el rumbo", para efectuar las mejoras necesarias en el sistema carcelario como las anunciadas hace una semanas en la Penitenciaría de Santiago.

El ministro de Justicia, Felipe Bulnes, manifestó desde el lugar del siniestro que la principal preocupación de las autoridades ahora son las personas heridas y entregar la identidad de los muertos a los familiares. "Después estudiaremos las responsabilidades de lo ocurrido", agregó.