Los sindicatos franceses convocaron ayer otras dos jornadas de protesta contra el retraso de la edad de jubilación que promueve el presidente Nicolas Sarkozy, quien se mantiene firme en su posición y asegura que seguirá adelante con la controvertida reforma, que se sigue debatiendo en el Parlamento.
Sin el más mínimo signo de acercamiento, el clima se deteriora cada día que pasa en el país con la multiplicación de actos violentos y los problemas derivados de los prolongados paros en algunos sectores, como las refinerías o los transportes ferroviarios.
En ese contexto, Sarkozy dijo que recurrirá a la "mano dura" para que el país no se paralice y los sindicatos le respondieron con una doble convocatoria de protesta para los próximos 28 de octubre y 6 de noviembre, a la que se sumaron las organizaciones estudiantiles.
Serán la undécima y la duodécima jornada de protesta contra el retraso de la edad mínima de jubilación de 60 a 62 años y de 65 a 67 para cobrar el total de la pensión.
Llegarán nueve días después del último paro, que convocó a 3,5 millones de personas, según los sindicatos, y a algo más de un millón, según el Gobierno, cifras muy similares a las de anteriores movilizaciones.
La convocatoria del próximo jueves, con el formato de huelga general, coincide con los días en que diputados y senadores tienen previsto aprobar la versión definitiva del texto, que apoyado en la mayoría conservadora del partido de Sarkozy está previsto que salga adelante con los puntos más polémicos. La del 6 de noviembre, sábado, es un nuevo llamamiento a salir a la calle en los días previos a la firma de la ley por Sarkozy, lo que marcará su entrada en vigor.
Los sindicatos consideran que el movimiento de protesta cobra fuerza día a día y ponen como ejemplo las últimas manifestaciones y los sondeos publicados por ciertos medios, que reflejan un masivo rechazo a la medida entre los franceses.
A estas razones se ciñen las centrales sindicales para defender que las protestas seguirán independientemente de que el texto avance en su trámite parlamentario.
En las próximas horas se espera el voto definitivo en el Senado, después de que el Gobierno decidiera hoy acelerar el trámite.
Ese es el objetivo, reiterado hoy, del presidente Sarkozy, que parece ajeno al clamor de la calle y se fija sólo en los actos violentos.
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