Al menos 59 personas murieron ayer y 212 resultaron heridas en tres atentados terroristas en Pakistán, el más grave de ellos en la ciudad suroccidental de Quetta contra una manifestación de fieles chiíes, último objetivo de una ola de violencia sectaria en pleno mes de Ramadán.
En torno a las 15.00, hora local, un suicida hizo estallar la carga explosiva que portaba en medio de una multitud que se había congregado en favor de la causa palestina en Mizan Chowk, una zona comercial de Quetta, capital de la provincia de Baluchistán, informó a Efe una fuente de la Policía local.
De acuerdo con esta versión, la explosión causó al menos 57 muertos y 206 heridos entre los 2.500 asistentes a un acto convocado por la principal organización estudiantil chií del país surasiático.
Tras el atentado, una turba lanzó airadas protestas, que se saldaron con la destrucción de varios comercios, disparos al aire y enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, a las que acusaron de no proveer suficiente protección, según los medios paquistaníes, que agregaron que algunos de los heridos son periodistas.
El primer ministro paquistaní, Yusuf Razá Guilani, condenó el ataque y ordenó que se abra una investigación para esclarecer lo sucedido, según un comunicado difundido por su oficina.
La de Quetta fue la tercera acción terrorista de la jornada en Pakistán tras las dos registradas antes en el conflictivo noroeste del país.
Dos horas antes, un suicida se inmoló en la ciudad noroccidental de Mardán al ser interceptado por las fuerzas de seguridad en la entrada de un templo de la secta minoritaria "ahmedi", que no es considerada islámica por el Estado paquistaní.
Esta detonación mató a un guardia y causó heridas a tres fieles, informó a Efe una fuente policial.
No muy lejos de allí, en las afueras de Peshawar, capital de la provincia de Khyber-Pakhtunkhwa, un agente perdió la vida y otros tres resultaron heridos por la explosión de un artefacto, situado en un arcén, al paso de un furgón de la Policía, según otra fuente policial consultada por Efe.
Pakistán sufre desde finales de julio las peores inundaciones de su historia, "un 'tsunami' a cámara lenta" -en palabras de la ONU- que ha anegado la quinta parte del territorio, destruido más de un millón de viviendas, numerosas infraestructuras y dejado más de 18 millones de damnificados.
Pero esta catástrofe no ha impedido a los grupos integristas, la mayoría de inspiración suní, continuar con su violencia sistemática, ahora en alza en coincidencia con el final del mes sagrado musulmán de Ramadán.
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