La reforma del sistema sanitario ya es ley desde ayer en Estados Unidos, después de que el presidente Barack Obama promulgara la medida en una jubilosa ceremonia en la sala Este de la Casa Blanca.
"La ley que promulgo hoy pondrá en marcha reformas por las que generaciones de este país han luchado durante años", afirmó un Obama sonriente como quizás nunca desde el día de su investidura, en enero de 2009.
Ante la presencia de unos 280 invitados, entre ellos tanto los legisladores que protagonizaron el proceso como ciudadanos beneficiados por la medida, Obama firmó la medida con 22 plumas estilográficas.
Dos se guardarán para los archivos, y las otras veinte se regalarán como recuerdo para algunos de los invitados.
"Hoy, tras casi un siglo de pruebas, hoy tras más de un año de debate, hoy después de que se han contado todos los votos, la reforma del sistema sanitario se convierte en ley en Estados Unidos", subrayó Obama.
El presidente, para el que la medida representa el mayor triunfo de su mandato y un logro que no consiguieron quienes le precedieron en el cargo, dedicó la firma, entre otros, a su madre, fallecida de cáncer y que "hasta los últimos días de su vida tuvo que pasarlos peleando con las aseguradoras", según manifestó.
En la ceremonia se encontraban, entre otros, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi; el líder de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid, y Vicky Kennedy, la viuda del senador Ted Kennedy, quien hasta su muerte de cáncer el pasado agosto dedicó su vida en el Congreso a la reforma del sistema sanitario.
Precisamente en homenaje a Kennedy, según reveló el portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs, Obama lucía en la ceremonia un brazalete azul que le había regalado Vicky.
Los presentes, tan entusiasmados como el propio presidente, recibieron a Obama con gritos de "fired up and ready to go" (algo así como "muy entusiasmados y listos para el ataque"), uno de sus lemas de campaña.
Al vicepresidente de EEUU, Joe Biden, incluso se le escapó una palabrota al estrechar la mano de su jefe y comentarle que "es un logro de puta madre".
Tras la firma, el presidente estadounidense se desplazó al Departamento del Interior para otra ceremonia de celebración más amplia, de 600 invitados, a los que dijo que "por ustedes no he abandonado" la lucha para hacer realidad la ley de sanidad.
Para no hacer sombra al evento, la Casa Blanca canceló un acto para presentar su nuevo plan antidrogas, en el que iba a participar el vicepresidente Biden, programado inicialmente para ayer.
Además, Obama no mantendrá a lo largo de la jornada otros actos públicos, pues incluso su reunión con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, será a puerta cerrada.
Pero no todos los estadounidenses celebraban la aprobación. Ayer, los secretarios de Justicia de trece estados de EEUU presentaron en Florida una apelación conjunta ante los tribunales en la que ponen en duda la legalidad de la reforma. El estado de Virginia, por su lado, también presentó una demanda en contra de la ley.
El fiscal general de Florida, uno de los estados demandantes, Bill McCollum, afirmó que su gobierno "no permitirá que los derechos constitucionales de nuestros ciudadanos y la soberanía de nuestro estado sean ignorados o no tenidos en cuenta".
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