La malaria y una enfermedad ósea causaron la muerte prematura de Tutankamón a los 19 años de edad, según un estudio paleogenético que también revela su linaje y que con toda probabilidad era hijo del faraón Akenatón.
Los resultados de la investigación, llevada a cabo entre septiembre de 2007 y octubre de 2009 por Zahi Hawass, del Consejo Supremo de Antigüedades de El Cairo y sus colegas, se publican en la última edición de la revista científica JAMA.
El estudio echa luz sobre algunos de los misterios que rodean al faraón más conocido de la egiptología, tales como la causa de su temprana muerte en el noveno año de su reinado - objeto de numerosas hipótesis que incluyen el asesinato - y su parentesco con otros miembros de la familia real.
Los científicos llevaron a cabo exhaustivos análisis antropológicos, radiológicos y del ADN de la momia de Tutankamón y otras diez momias de la época (entre 1410 y 1324 a.C) posiblemente emparentadas con él, de las cuales sólo se conocía a ciencia cierta la identidad de tres.
El estudio permitió poner nombres a varias de las momias anónimas, entre ellas la KV35EL que fue identificada como la de Tiye, madre del faraón Akenatón y abuela de Tutankamón, y la misteriosa momia KV55, que con toda probabilidad es la de Akenatón, padre del que fue el último rey legítimo de la dinastía XVIII (entre 1550 y 1295 a.C)
Según sus conclusiones, el lazo paterno-filial entre Akenatón y Tutankamón se desprende de los numerosos rasgos antropológicos característicos y del grupo sanguíneo idéntico que comparten ambas momias.
Un linaje de cinco generaciones
Las investigaciones genéticas permitieron reconstruir el linaje inmediato de Tutankamón durante cinco generaciones.
Los científicos hallaron varias patologías como el mal de Kohler, que consiste en una necrosis avascular (por falta de riego sanguíneo) del hueso navicular del pie, y la presencia del parásito de la malaria en la momia de Tutankamón, así como en las de varios de sus familiares.
"Estos resultados señalan a la necrosis avascular ósea y la malaria como causas más probables de la muerte de Tutankamón", un diagnóstico que se ve corroborado por el hallazgo de bastones para andar y de toda una farmacia dentro de su tumba, según los autores.
El estudio también desmiente que el faraón sufriera de ginecomastia, un desarrollo exagerado de los pechos en los varones, o del síndrome de Marfan, que se caracteriza por una longitud excesiva de los miembros.
Esas enfermedades han sido sugeridas a raíz de los objetos hallados en las tumbas y de las representaciones artísticas de los faraones y su entorno en el período de Amarna, que muestran rasgos andróginos.
"Es importante destacar que los antiguos reyes egipcios tenían por costumbre ser representados junto con sus familias de un modo idealizado", explican los autores.
El Período de Amarna se desarrolló durante la segunda mitad de la Dinastía XVIII de Egipto y estuvo marcado por el reinado de Amenhotep IV, quien adoptó el nombre de Akenatón para reflejar el cambio de una religión politeísta a otra en la que sólo se adoraba al dios-sol Atón.
Los autores de la investigación afirman que ésta abre un nuevo campo de estudio en la genealogía molecular y la paleogenética de las enfermedades en la época de los faraones.
"Se puede establecer una nueva disciplina científica llamada egiptología molecular que combine las ciencias naturales, las ciencias de la vida y la cultura, las humanidades, la medicina y otros campos", dicen.
En un editorial en el mismo número de JAMA, el historiador de la medicina Howard Markel, de la Universidad de Michigan, se pregunta sin embargo sobre la utilidad y la ética de este tipo de estudios.
"Antes de molestar a los muertos con las perspicaces maravillas de la ciencia médica del siglo XXI", señala Markel, es esencial "considerar las implicaciones éticas de estas pesquisas, para evitar abrir la caja de Pandora de la historia".
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