Guerra Rusia-Ucrania

El ‘capitán general’ Putin ordena el asalto final en Kursk

Algunas fuentes señalan el bloqueo de la ayuda militar de Estados Unidos como una de las principales razones que han obligado a las tropas de Kiev a recular en la región fronteriza

El líder ruso, vestido de camuflaje. | Efe

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Siempre se ha dicho que quien avisa no es traidor. Hace unas semanas el presidente ruso, Vladímir Putin, advirtió que todo aquel soldado ucraniano que permaneciera en suelo ruso, en el marco de la ofensiva que Kiev lanzó sobre la fronteriza región de Kursk, sería aniquilado. Eliminado sin piedad. Este pasado miércoles Putin encarnó una faceta desconocida hasta la fecha. Vestido de camuflaje, el líder ruso participó en distintas reuniones sobre las operaciones militares que tienen por objeto «liberar» la tierra rusa de la presencia ucraniana. Todo ello en las horas cruciales que deben dirimir la posible tregua de una guerra devastadora en el Este de Europa que se prolonga ya durante más de tres años.

La operación rusa para expulsar a las fuerzas ucranianas de Kursk ha entrado en su fase final, según informó el jueves la agencia estatal de noticias TASS, que basa su información en el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov. Algunas fuentes señalan el bloqueo de la ayuda militar de Estados Unidos como una de las principales razones que han obligado a las tropas de Kiev a recular en este ámbito concreto de la campaña bélica a gran escala.

En concreto el presidente de Rusia, enfundado en el atuendo castrense, ha ordenado a sus altos mandos que derroten cuanto antes a las fuerzas ucranianas en la región occidental de Kursk, después de que Estados Unidos le pidiera que considerara una propuesta de alto el fuego de 30 días. El ejército ucraniano atravesó la frontera rusa el 6 de agosto y se apoderaron de una porción de terreno hacia el interior de Rusia en un intento de distraer a las fuerzas de Moscú de las líneas del frente en el este de Ucrania y obtener una posible moneda de cambio para las futuras negociaciones.

Sin embargo, el avance relámpago ruso en los últimos días ha dejado a Ucrania con una pequeña franja de menos de 200 kilómetros cuadrados en Kursk, frente a los 1.300 que controlaba en el punto álgido de la incursión el verano boreal pasado, según el ejército ruso. «Nuestra tarea en un futuro próximo, en el plazo más breve posible, es derrotar decisivamente al enemigo atrincherado en la región de Kursk», dijo Putin a los generales en comentarios televisados a última hora del miércoles.

«Y, por supuesto, tenemos que pensar en crear una zona de seguridad a lo largo de la frontera estatal» añadió. Los comentarios de Putin, vestido con un uniforme verde de camuflaje, se produjeron en un momento en que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, espera que Moscú acepte un alto el fuego y afirmó que, de no ser así, Washington podría causarle sufrimiento financiero a Rusia.

Valeri Guerásimov, jefe del Estado Mayor ruso, informó a Putin que el ejército ruso habían expulsado a las fuerzas ucranianas de más del 86 % del territorio que una vez tuvieron en Kursk, el equivalente a 1.100 kilómetros cuadrados. Guerásimov afirmó que los planes de Ucrania de utilizar Kursk como moneda de cambio en posibles negociaciones futuras con Rusia han fracasado y que su táctica para obligar a Rusia a desviar tropas de su avance en el este de Ucrania gracias a la operación de Kursk tampoco ha surtido el efecto deseado. Según la información estatal, los soldados rusos han recuperado en las últimas horas un total de 24 asentamientos y 259 kilómetros cuadrados de tierra de las fuerzas ucranianas en los últimos cinco días, junto con más de 400 prisioneros.