Palestinos y miembros de las Brigadas Al-Qassam, brazo militar de Hamás, portan ataúdes tras los últimos choques violentos con Israel a pesar del alto el fuego. | Efe - HAITHAM IMAD

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La Franja de Gaza se encuentra en mitad de un complejo proceso político y social que podría desencadenar un cambio profundo y modificar la situación en este enclave costero de vital importancia para la estabilidad del conjunto de Oriente Medio. Según el analista israelí Avi Melamed, la noción de «vaciar Gaza» está ganando tracción en ciertas áreas del mundo árabe, convirtiéndose en una opción plausible para algunos habitantes, a pesar de que el rechazo oficial de los líderes árabes sigue presente en sus discursos y en la agenda pública.

El planteamiento de una salida masiva de los habitantes de Gaza no es algo estrictamente nuevo. Recientemente el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, lo sugirió y ahora esta tesis cobra relevancia en un contexto donde la idea de «victoria» proclamada por Hamás parece ir perdiendo fuelle. El experto en seguridad internacional y analista Avi Melamed destaca que esta tendencia podría desafiar el tradicional concepto de Sumud o resistencia, alimentado durante años por Hamás y sus aliados en Irán.

El impacto de las redes sociales en este fenómeno es cada vez más recurrente. Con el descontento social creciendo, publicaciones que apoyan la emigración empiezan a captar atención, aunque no se han vuelto tendencia aún. El resultado de décadas de conflicto, agravados por los últimos catorce meses de guerra encarnizada en la Franja, han dejado a gran parte del norte de Gaza en ruinas, sin un plan concreto para la reconstrucción, lo que potencia las voces que claman por una salida alternativa y con visos de realidad.

Cambios en la dinámica regional

Melamed, con experiencia también en el servicio hebreo de inteligencia, explica cómo «el surgimiento de un movimiento en las redes sociales que apoye la emigración voluntaria podría cambiar drásticamente la situación en Gaza, así como la inercia de la causa palestina en su conjunto e incluso el devenir de la región en general». Esto podría crear presiones sobre las naciones árabes vecinas, impulsando un reajuste de alianzas y estrategias frente al conflicto palestino-israelí.

El enfoque hacia una posible movilidad migratoria voluntaria pone en tela de juicio no solo a Hamás sino también a los países de la región que hasta ahora se han opuesto al reasentamiento de palestinos, con el caso claro de Egipto, que comparte frontera con Gaza en Rafah.

Otro simbólico posicionamiento es el de la nueva Siria que encabeza el flamante presidente Ahmed Husein al Shara. De liderar las facciones rebeldes apoyadas por Turquía, que acabaron por defenestrar el régimen de Bachar Al Assad, a prometer un gobierno de transición «inclusivo» con unas elecciones libres y justas en el horizonte para alumbrar un «nuevo capítulo en la historia de Siria» que potencie una nueva relación con todos los actores internacionales. Es en este contexto regional donde los pasos de Gaza y los de los islamistas que hasta ahora han comandado sus designios se tornan más inciertos, con un discurso que cobra adeptos y amplifica la complejidad de un conflicto que lleva décadas sin soluciones claras y con un futuro lleno de incertidumbre.