El vuelo 5342 de American Eagle -aerolínea regional subsidiaria de American Airlines-, procedente de Wichita (Kansas), estaba realizando la aproximación al aeropuerto Ronald Reagan de Washington D.C. cuando a las 20.48 de la tarde hora local del miércoles chocó con un helicóptero militar Black Hawk en el que viajaban tres personas.
Tras el siniestro, las autoridades confirmaron a medios locales que hay víctimas mortales, sin especificar un número concreto. De acuerdo con la CNN, fuentes policiales dijeron que esas víctimas no han podido ser rescatadas de las aguas del río Potomac, ni tampoco posibles supervivientes.
Por su parte, Fox ha indicado que en el río se encuentra el avión partido en dos, así como el helicóptero, que está bajo el agua en posición del revés. Las autoridades encargadas del rescate admitieron que el despliegue opera en condiciones complicadas por el frío y que se extenderá a lo largo de la madrugada del jueves y el tiempo necesario. «Es una operación muy compleja. Las condiciones son extremadamente duras para los socorristas. Hace frío y están lidiando con condiciones relativamente ventosas. El viento es fuerte en el río», dijo en una conferencia de prensa John Donnelly, jefe del Servicio de Emergencias de Washington.
La alcaldesa de Washington, Muriel Bowser, apuntó que los dos aparatos cayeron al río Potomac, en cuya orilla se desplegó un fuerte dispositivo con unas 300 unidades de emergencias con camiones de bomberos, coches de policía y ambulancias, así como barcos de rescate y unidades de buceadores.
La regidora no quiso pronunciarse sobre el eventual número de víctimas. «Sentimos muchísimo que las familias estén sufriendo pérdidas. Queremos que se sepa que continuaremos trabajando con American Airlines para compartir información con la mayor frecuencia posible y asegurarnos de que obtengamos información precisa», dijo Bowser.
El presidente y consejero delegado de los aeropuertos metropolitanos de Washington, Jack Potter, subrayó en esa misma comparecencia que los esfuerzos están centrados actualmente en el rescate: «Ahora mismo estamos en modo rescate y continuaremos en ese modo», apuntó comentando que ese esfuerzo va a durar «muchas horas».
Mientras, el presidente estadounidense, Donald Trump, criticó que el accidente no hubiera sido evitado. «La noche estaba CLARA, las luces del avión estaban encendidas, ¿por qué el helicóptero no subió, bajó o giró? ¿Por qué la torre de control no le dijo qué hacer en lugar de preguntar si vio el avión? Esta es una mala situación que parece que debería haberse evitado. ¡¡¡NO ESTÁ BIEN!!!», escribió en su red social, Truth Social.
Aunque en un comunicado previo difundido por la Casa Blanca y en un tono más comedido, Trump afirmó que había sido informado detalladamente de lo sucedido. «Que Dios bendiga sus almas. Gracias por el increíble trabajo realizado por nuestros socorristas. Estoy monitoreando la situación», sostuvo.
La temperatura exterior cuando se produjo el choque era de unos 4 grados Celsius, con lo que la posibilidad de sobrevivir en el agua rondaría los 20 minutos. El cielo en la noche de ayer en Washington estaba totalmente despejado y sin fuertes vientos y la mayor parte del dispositivo de rescate operaba desde la base militar de Anacostia-Bolling. El secretario de Transporte, Sean Duffy, que lleva solo un día en el cargo, dijo que ha estado en contacto con el presidente Donald Trump desde el accidente y ofreció «todo el apoyo» y anuncio que la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB) está ya realizando una investigación de los sucedido.
El accidente del helicóptero Black Hawk y el Bombardier CRJ7, el primero de un avión comercial en más de una década en Estados Unidos, mantendrá cerrado el aeropuerto Reagan en Washington hasta este mediodía.
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