Rebeldes en Damasco tras la huida de Al Assad. | Reuters - Mohamed Azakir

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Tras más de cincuenta años de dominio omnímodo y represión de las minorías y del disidente, la caída del régimen sirio de Bachar Al Assad presenta connotaciones directas en el precario equilibrio de fuerzas en Oriente Medio. ¿Cuál es la situación geopolítica que depara el ascenso al poder de los rebeldes y yihadistas, liderados por Hayat Tahrir al-Sham (HTS)?

Hasta ahora existía una continuidad territorial que abarcaba el llamado 'eje de la resistencia', antagonista territorial de Israel, desde Irán hasta Líbano y Gaza a través de Siria. Cuando el ejército israelí bombardeó con mayor ardor el territorio libanés hace algunas semanas, las autoridades sirias abrieron las fronteras para todo aquel que quisiera refugiarse en su territorio. El flujo también se dio al revés; un millón de sirios huyeron de la guerra en su país trasladándose al Líbano. La comunicación frecuente entre estos pueblos hermanos y vecinos englobaba también hasta ahora el tráfico de armas y munición, con origen en Teherán y destino hacia la miríada de fuerzas islamistas que de un modo u otro combaten al Estado hebreo.

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Pero la alianza informal antiisraelí tiene visos claros de agotamiento, y la caída de Al Assad hace tambalearla quizás en su momento más delicado. La guerra de Israel contra Hamás en Gaza y Hezbolá en Líbano ha debilitado la influencia de Irán en el exterior, algo que han reconocido en las últimas horas las propias autoridades iraníes. Los hutíes del Yemen y los islamistas iraquíes mantienen toda su capacidad operativa, capacidad que por otra parte siempre se ha considerado más reducida que la que mostrarían Hezbolá, Hamás, o el propio estado sirio, en conflicto abierto con Tel Aviv desde que Israel se apoderara de los Altos del Golán.

La cuestión kurda comporta en sí misma un interrogante de peso ante la nueva situación en Siria, considerando que esta etnia controla más de un tercio del país en lo que han bautizado como la Administración Autónoma del Norte y Este de Siria o Rojava. Algunas fuentes ya informan este lunes de combates entre milicianos de Hayat Tahrir al-Sham y los grupos armados kurdosirios, en el pasado respaldados por Estados Unidos en su lucha contra Estado Islámico, y dejados de la mano de Dios de la noche a la mañana por decisión del anterior gobierno de Donald Trump. Su papel jugarán también los remanentes alauitas de Al Assad en el litoral, la minoría cristiana o los drusos de Al Sueida.

La encrucijada es clara, y en las próximas horas se espera que el líder supremo de Irán pronuncie unas palabras referidas a los últimos acontecimientos. Por si acaso Israel ya toma posiciones y crea una suerte de zona de amortiguación. En las últimas horas su primer ministro, Benjamín Netanyahu, ha afirmado que la caída de Assad acerca la liberación de los rehenes israelíes en manos de Hamás en Gaza. Netanyahu afirma que ha sido su guerra contra Hamás y Hezbolá la que ha abocado a Siria a un cambio de régimen 54 años después, y traslada a las familias de los secuestrados que existen «motivos para el optimismo». Sin embargo, ya corren por los medios sociales vídeos de rebeldes sirios que aventuran que después de «liberar» Damasco su próximo objetivo será hacer lo propio con Jerusalén y la Franja de Gaza.