El último ataque de Rusia, con 120 misiles y 90 drones el pasado domingo, dañó al menos cuatro subestaciones, lo que significa que el riesgo de un accidente radiactivo es actualmente «increíblemente alto», dijo Galushchenko.
Riesgo de accidente nuclear
El ministro ucraniano instó al director general del OIEA, Rafael Grossi, con quien también se reunió en Viena, a reforzar las misiones de vigilancia de su organización -hasta ahora irregulares- en las subestaciones amenazadas. Los ataques contra estas instalaciones, que distribuyen la electricidad producida por las centrales nucleares, son especialmente peligrosos, ya que pueden desencadenar procesos no previstos por el diseño de los reactores nucleares ucranianos, subrayó a EFE Olga Kosharna, representante del Centro Nuclear Experto Anticrisis de Ucrania.
Un fallo de los mecanismos de seguridad podría provocar una fusión nuclear y fugas radiactivas en las centrales, dos de las cuales están situadas a menos de 200 kilómetros de la frontera de la Unión Europea (UE), explicó. Tras el anterior ataque ruso a gran escala, que tuvo lugar el 29 de agosto, los expertos del OIEA visitaron varias subestaciones para evaluar por primera vez los daños. Esto no ha servido para evitar nuevos ataques rusos y los reactores nucleares ucranianos redujeron la generación de forma preventiva en dos ocasiones, el domingo y el jueves pasados, para minimizar los riesgos, según el OIEA.
Sólo la presencia constante de los monitores del organismo de la ONU en las subestaciones clave podría protegerlas de más daños por parte de Rusia, sugirió a EFE Volodímir Omelchenko, experto en energía del centro de estudios Razumkov, con sede en Kiev. El OIEA está dispuesto a organizar misiones a Ucrania en un futuro próximo, declaró Grossi en Viena.
Rosatom y la ocupación de la central de Zaporiyia
La central nuclear ocupada de Zaporiyia, en el sur de Ucrania, debe volver a estar bajo control de Kiev, en cumplimiento de la respectiva resolución del OIEA, subrayó también el ministro Galushchenko. Sólo esta semana, la central ha estado dos veces a punto de quedarse sin suministro eléctrico «debido a los bombardeos del enemigo», según su ministerio.
La misión del OIEA en la planta vigila la situación radiactiva en el lugar y también recoge pruebas de su uso como base militar por parte de Rusia, según Kosharna. Esta experta y otros analistas llevan tiempo pidiendo a los socios de Ucrania que aumenten la presión contra Rosatom, el gigante nuclear ruso, que sigue construyendo reactores nucleares y suministrando combustible nuclear a todo el mundo. Rosatom ha estado directamente implicada en la toma de la central de Zaporiyia, que implicó presiones y torturas contra su personal, según testimonios recabados en Ucrania y por organizaciones internacionales, incluidas agencias de la ONU.
Sanciones necesarias
Las sanciones a Rosatom han sido hasta ahora demasiado limitadas, según un reciente informe del grupo internacional encargado de diseñar las sanciones, copresidido por Andrí Yermak, jefe de la Oficina Presidencial de Volodímir Zelenski, y Michael McFaul, exembajador de Estados Unidos en Rusia. Según este informe, la persistente dependencia de muchos de los socios de Ucrania, especialmente en la UE, de la industria nuclear rusa les hace susceptibles a la influencia y cautelosos a la hora de apuntar a Rosatom.
Se han hecho algunos progresos y se está intentando aumentar la producción nacional de combustible nuclear, pero las exportaciones rusas a Europa y EEUU aumentaron en 2023 y Rosatom espera seguir aumentando sus ingresos por operaciones internacionales hasta los 18.000 millones de dólares (17.280 millones de euros) en 2024. Ucrania insta a sus socios a prohibir nuevos contratos de suministro de combustible nuclear y servicios relacionados por parte de Rosatom e imponer aranceles a las entregas en curso para incentivar la inversión en alternativas occidentales. Kiev también pide sanciones personales contra la dirección de Rosatom y Mijaíl Kovalchuk, director del Centro Nacional de Investigación Instituto Kurchatov y asesor clave de Putin en asuntos nucleares, que actualmente solo está sancionado por el Reino Unido y Canadá.
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