Biden junto a Pelosi en su visita a San Francisco. | Reuters - KEVIN LAMARQUE

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El Kremlin ha afirmado este jueves que los insultos del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, a su homólogo ruso, Vladímir Putin, al que ha tildado de «loco hijo de puta», «son una enorme vergüenza» para el país norteamericano y una muestra de que el mandatario estadounidense intenta comportarse como «un cowboy de Hollywood». Biden afirmó el miércoles durante un acto en San Francisco que el clima «es la última amenaza existencial», si bien reconoció que «siempre hay que preocuparse por los conflictos nucleares» a causa de «un loco 'SOB' (acrónimo de 'son of a bitch', hijo de puta en inglés) como este tipo, Putin, y otros».

En respuesta, el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, ha afirmado que «es improbable que unas afirmaciones así de groseras de boca del jefe de Estado estadounidense ofendan a otro jefe de Estado, especialmente a Putin, pero es una enorme vergüenza para el país en sí mismo, para Estados Unidos». «Debería ser una vergüenza que el presidente de un país así use ese lenguaje. Está claro que Biden demuestra un comportamiento similar al de un cowboy de Hollywood por intereses políticos internos», ha manifestado en declaraciones al periodista Pavel Zarubin, según ha recogido la agencia rusa de noticias Interfax.

Asimismo, ha pedido a los asesores de Biden que analicen las declaraciones de Putin para ver si encuentran «afirmaciones ofensivas» contra el presidente de Estados Unidos. «Como ciudadano de Rusia, quiero pedir a los asesores (de Biden) que hagan una búsqueda para ver si encuentran aunque sea una afirmación ofensiva sobre él por parte de Putin. Debería darles vergüenza», ha zanjado.

El presidente estadounidense ya en el pasado tachó a Putin de «criminal de guerra», y esta vez en San Francisco volvió a acusar a Putin y a sus «secuaces» de acabar con la vida del líder opositor ruso, Alexei Navalni, que murió el pasado 16 de febrero en prisión. Putin y Biden se reunieron por última vez en Ginebra en junio de 2021 y, tras el inicio de la guerra en Ucrania, se redujeron al mínimo los contactos entre ambos países. Por su parte, Moscú acusa a Washington de alargar la guerra en Ucrania al suministrar armamento pesado a Kiev para lograr «una derrota estratégica a Rusia».