El terremoto de magnitud 7,6 que sacudió el pasado día 1 la costa occidental del centro de Japón ha dejado al menos 202 muertos y 102 desparecidos, según las últimas cifras ofrecidas hoy por las autoridades locales de la prefectura de Ishikawa, la más afectada.
Las autoridades hicieron público este martes el último dato de fallecimientos confirmados más una semana después del devastador seísmo, mientras que las tareas de búsqueda de víctimas y asistencia a los damnificados continúan dificultadas por la nieve y los daños en carreteras.
En Wajima, una de las localidades más afectadas, 81 personas fallecieron, mientras que 91 lo hicieron en Suzu, 5 en la ciudad de Nanao, 20 en Anamizu, 2 en Noto, 2 en Shiga y una persona en Hakui.
El número de heridos, incluyendo graves y leves, se situaba hoy en 565, mientras que unas 28.000 personas siguen aún desplazadas y miles de hogares permanecen con cortes de luz y el termómetro marca temperaturas bajo cero en áreas seriamente afectadas, por lo que se está pidiendo precaución también ante posibles hipotermias.
Unos 6.300 efectivos de las fuerzas armadas japonesas se han unido a los equipos de rescatistas locales y enviados desde otras provincias para participar en las labores de rescate y también de abastecimiento, que están resultado complicadas e insuficientes en algunas áreas, según los testimonios de los afectados.
El Gobierno japonés anunció hoy que destinará más de 4.700 millones de yenes (cerca de 30 millones de euros) de sus fondos de reserva para enviar ayuda humanitaria a la península de Noto, incluyendo comida, agua, combustible y otros productos de primera necesidad.
Desde estos últimos días, los daños en carreteras y vías de acceso están dificultando el transporte de suministros, que están teniendo que ser entregados mediante drones o incluso personal de rescate a pie.
El terremoto que golpeó la península de Noto -una zona en la que se sabe que hay fallas activas- el primero de enero, tuvo su epicentro a 30 kilómetros al noreste de Wajima y alcanzó el nivel 7 en la escala cerrada de 7 japonesa, que se centra en el poder destructivo del temblor.
Este seísmo podría superar en devastación al que se produjo en 2016 en la prefectura de Kumamoto (que dejó más de 200 muertos), y es el primero de nivel 7 en registrarse en el país desde 2018, cuando un seísmo alcanzó el nivel 7 en la isla de Hokkaido.
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