«A partir del 30 de agosto de 2023, las personas que vengan a China ya no tendrán que realizar pruebas covid-19 de ácido nucleico o antígenos previas a la entrada», afirmó Wang. Con este anuncio se desmantela uno de los últimos vestigios de las políticas antipandémicas del gigante asiático para volver gradualmente a una situación semejante a la de 2019, aunque se trataba de una medida de poco calado en las llegadas de los aeropuertos, donde pocas veces se requería presentar los resultados.
El pasado 29 de abril, Pekín eliminó el requisito de PCR que todavía mantenía para viajeros procedentes de algunos países, siendo que la mayoría de naciones se libraron de esta medida en marzo. China aplicó durante casi tres años una estricta política de 'cero covid' que implicaba un cierre casi total de fronteras: se dejaron de expedir varios tipos de visados y solo los ciudadanos chinos y un número reducido de extranjeros podían entrar al país, tras lo cual les esperaba un mínimo de 14 días de cuarentena en un hotel asignado por las autoridades y costeado por el viajero.
El país comenzó a desmantelar la estrategia a finales de 2022, y el pasado 8 de enero redujo de la categoría A -nivel de máximo peligro- a la B la gestión de la enfermedad, marcando así en la práctica el final de esta política y el fin de las cuarentenas, si bien las autoridades mantuvieron vigente el requisito de una prueba PCR negativa en las 48 horas previas a la entrada en China para todos los viajeros.
A raíz de la oleada de contagios registrada en China tras la relajación de las restricciones, algunos países implementaron en enero requerimientos de pruebas PCR a viajeros procedentes de China, para después retirarlos a medida que el número de contagios remitió en el país asiático.
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