El incremento del precio del dinero en el Reino Unido se produce después de que Estados Unidos subiera este miércoles en 75 puntos básicos los tipos de interés en ese país, que se ubican en una horquilla de entre el 3 y el 3,25 %, también su nivel más alto en 14 años.
Por su parte, el Banco Central Europeo (BCE) también los elevó a un 1,25 % el 8 de septiembre, el mayor aumento en sus 24 años de historia. El comité del Banco de Inglaterra votó además por unanimidad a favor de reducir su cartera de bonos del Gobierno comprados en su programa de alivio cuantitativo, introducido durante la crisis financiera de 2009.
Así, prevé reducirlo en 80.000 millones de libras (91.500 millones de euros, al cambio de hoy) en los próximos doce meses, hasta los 758.000 millones de libras (870.000 millones de euros), indica en su comunicado. La entidad estima que el producto interior bruto (PIB) nacional pudo haberse contraído un 0,1 % entre julio y septiembre, lo que, sumado a la contracción del 0,1 % entre abril y junio, supondría que el Reino Unido está ya en una recesión.
También modificó su previsión de inflación, cuyo pico sitúa ahora en un 11 % en octubre, frente al 13 % pronosticado anteriormente, al considerar que los planes del Gobierno para contener los precios de la energía contribuirán a frenar el índice de precios al consumo (IPC). En cuanto a los tipos, cinco miembros del comité de política monetaria votaron por aumentar la tasa en esos 0,5 puntos porcentuales, tres abogaban por subirla en 0,75 puntos y uno hubiera preferido un aumento de 0,25 puntos porcentuales, explica la entidad.
El comité avisa de que en su reunión de noviembre analizará el impacto en sus previsiones económicas y la posible incidencia en los tipos del nuevo plan de «crecimiento» que este viernes presentará el Gobierno conservador de la primera ministra, Liz Truss. El Ejecutivo ha indicado que prepara medidas potencialmente inflacionarias y que aumentan la deuda pública, como una rebaja del impuesto de sociedades y la eliminación del tope al bono de los banqueros, además de los préstamos garantizados a las distribuidoras de energía para que limiten el aumento de las facturas. El Banco de Inglaterra también está pendiente de la evolución de la libra esterlina, que se ha depreciado marcadamente frente al dólar por temores sobre el estado de las finanzas británicas.
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