Cuando al primer ministro británico le comuniquen por teléfono que «el puente de Londres ha caído» sabrá que la reina Isabel II ha fallecido y se iniciará la «Operación London Bridge», un complejo protocolo cuyos detalles fueron revelados este viernes por el medio «Politico».
El «día D» -como se ha denominado al día de la muerte de la reina- comenzará con una cascada de llamadas y correos electrónicos a funcionarios y ministros de relevancia, cuyo borrador ya está escrito.
«Estimados compañeros, es con tristeza que les escribo para informarles de la muerte de Su Majestad la Reina», escribirá el secretario del gabinete (el funcionario de mayor rango en el Reino Unido) a los ministros.
Tras darle a enviar, todas las banderas de Whitehall -la zona parlamentaria- deberán bajarse a media asta en 10 minutos, algo que Downing Street calificó en su momento de «imposible» sin la ayuda de un contratista externo, algo que expondría al primer ministro a la «ira pública».
«Político» recalca que la monarca, de 95 años, goza de «buena salud» y que «nada sugiere» que estos planes, a los que ha tenido acceso ahora, «hayan sido revisados con ninguna urgencia».
Los ciudadanos británicos conocerán la noticia a través de una «notificación oficial» emitida por la Casa Real. El primer ministro será el primer miembro del Gobierno en hacer una declaración y el resto de miembros del Ejecutivo no podrán pronunciarse al respecto hasta entonces.
Por otro lado, el Parlamento británico, así como las cámaras autónomas de Escocia, Gales e Irlanda del norte cesarán su actividad; se anunciará un minuto de silencio a nivel nacional y el Ministerio de Defensa disparará salvas desde diversas ubicaciones.
La «Operación London Bridge» también incluye un protocolo exclusivo para redes sociales, con la prohibición de retweets en cuentas oficiales y contenido no urgente. El negro bañará los perfiles sociales del Gobierno, así como la página web oficial de la familia real.
Sin duda, el «día D» será una jornada frenética para el primer ministro, puesto que tendrá una audiencia con el nuevo rey, Carlos, y acudirá al servicio conmemorativo que la Catedral de San Pablo albergará en honor a la reina, una ceremonia de corte íntimo y «espontáneo».
El protocolo contempla diferentes alternativas, dependiendo del lugar de fallecimiento de la soberana. Si muere en su residencia de Sandringham (este de Inglaterra) su ataúd llegará en un tren y será recibido por el primer ministro en la estación londinense de St Pancras. De hacerlo en Balmoral (Escocia), se activará la «Operación Unicorn» que la llevará también en tren a Londres, si es posible. Y, si no, la «Operación Overstudy», que trasladará el féretro en avión.
El príncipe de Gales, primero en la sucesión al trono, se dirigirá a la nación a las 6 de la tarde, y será proclamado soberano a las 10 de la mañana del día después del fallecimiento ('D+1'). Además, en los días previos al funeral realizará una gira por todo el Reino Unido, comenzando en Escocia y finalizando en Gales.
En el segundo día de luto, el féretro con la reina regresará al palacio de Buckingham, y en el quinto marchará en procesión hasta el palacio de Westminster. Allí, permanecerá hasta el octavo en una caja elevada y abierta al público durante 23 horas al día.
El día «D+10» -jornada en la que se celebrará el funeral de estado- se declarará festivo. El acto se llevará a cabo en la Abadía de Westminster y la monarca será enterrada en la Capilla Conmemorativa del Rey Jorge VI del Castillo de Windsor, junto a su esposo, el recientemente fallecido duque de Edimburgo.
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