Las autoridades italianas, belgas y holandesas han anunciado la suspensión de todos los vuelos con destino u origen en Reino Unido en respuesta a la detección de una nueva cepa de coronavirus más contagiosa con especial incidencia en Londres y el sureste de Inglaterra. Francia «estudia seriamente» hacerlo también.
El Ministerio de Asuntos Exteriores italiano que dirige el viceprimer ministro Luigi di Maio ha ordenado suspender los vuelos con Reino Unido, según ha informado la prensa italiana.
«Reino Unido ha dado la alarma sobre una nueva forma de COVID que sería el resultado de una mutación del virus. Como gobierno tenemos el deber de proteger a los italianos», ha explicado Di Maio en un mensaje publicado en Facebook.
«Por ello, y tras haber notificado al Gobierno británico, estamos trabajando con el Ministerio de Sanidad para firmar la disposición para suspender vuelos con Reino Unido. Nuestra prioridad es proteger a Italia ya nuestros compatriotas», ha reiterado.
El primer ministro belga, Alexander De Croo, ha explicado por su parte en declaraciones a la cadena VRT que se suspenden los vuelos y también los viajes del tren Eurostar pese a que aún se estudia la nueva cepa. «No tenemos una respuesta concluyente», ha reconocido De Croo.
El mandatario belga ha anunciado además controles preventivos de carretera y los viajeros procedentes de Reino Unido serán vigilados estrechamente para garantizar que cumplen con las reglas de cuarentena. «Proporcionaremos información muy clara a todos los recién llegados sobre lo que se espera de ellos», ha indicado De Croo.
El ministro de Sanidad holandés, Hugo de Jonge, anunció previamente la suspensión de las comunicaciones británicas con Países Bajos. «Una mutación infecciosa del virus COVID-19 (sic) está circulando por Reino Unido. Se cree que se propaga más fácil y más rápidamente y es más difícil de detectar», ha explicado.
En respuesta al pico de contagios, Reino Unido ha decretado el confinamiento par Londres y el sureste del país, designadas como zonas en Nivel 4, lo que obliga a los residentes a quedarse en sus domicilios salvo limitadas excepciones, cierra las instalaciones de ocio y servicios no esenciales e impone el trabajo desde casa salvo circunstancia inapelable.
Aunque en principio la duración inicial estipulada es de dos semanas, estas restricciones se revisarán el próximo 30 de diciembre, día en que el Gobierno británico se pronunciará sobre una posible extensión para salvar, en la medida de lo posible, la última semana navideña.
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