Tayyip Erdogan, presidente de Turquía. | UMIT BEKTAS - REUTERS

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El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, ha declarado la victoria del «sí» en el referéndum constitucional celebrado hoy, y que transferirá todo el poder ejecutivo al jefe del Estado.

«Hoy Turquía ha tomado una decisión histórica en un debate que dura 200 años y que es un cambio muy serio en nuestro sistema administrativo», dijo el presidente en un discurso en Estambul.

El punto esencial de la reforma, que consta de 18 enmiendas a la Carta Magna, prevé abolir el puesto del primer ministro, jefe del Gobierno, y entregar todo el poder ejecutivo al presidente.

Erdogan y el partido que fundó en 2001, el islamista Justicia y Desarrollo (AKP), defienden este cambio como esencial para evitar negociaciones de coalición y gobiernos frágiles en el caso de que no haya mayorías absolutas, una situación frecuente en Turquía.

Pero no es tanto el aspecto técnico lo que parecía preocupar a los votantes, sino la personalidad del jefe de Estado y su discurso encendido a favor del islam como identidad de Turquía y contra 'Occidente', y especialmente contra la Unión Europea, relegada a enemigo de la nación en los últimos meses.

«He votado 'sí', porque hay que cambiar el sistema. Hemos estado mucho tiempo cercanos a Europa y no ha sido beneficioso. Con la reforma seremos adversarios de Europa y más fuertes», opina Ali, un padre de familia de 30 años.

«He votado 'no', porque hay que proteger el sistema laico. No me gusta nada el AKP, incluso diría que lo odio», asegura una mujer en la cuarentena.

Ninguna de las 18 enmiendas toca asuntos religiosos, pero es obvia la apuesta de Erdogan por cimentar la religión como base de la nación y destacar la presencia del velo islamista en la vida pública como uno de sus grandes logros.

«He votado 'no', por supuesto», dice una señora de más de 60 años. «No quiero ponerme velo», agrega, rozando sus canas con los dedos.

El voto es una cuestión emocional para muchos: «Voté 'sí', porque amo a Recep Tayyip Erdogan», dice un hombre en la cuarentena. «Mi mujer ha votado 'no'», agrega, con una sonrisa.

La afluencia a las urnas varió según el barrio y la hora, pero hay cierto fervor para cumplir con el «deber ciudadano», algo habitual en Turquía, donde la participación casi siempre alcanza o supera el 80 por ciento.

Ante un colegio electoral de Estambul se para una ambulancia. Las enfermeras sacan en camilla a un hombre entubado, que arrastra una botella de oxígeno: también él irá a votar, para volver acto seguido al hospital.

La mañana de la jornada ha transcurrido con tranquilidad, salvo por un incidente en un municipio de Diyarbakir, la 'capital' de las regiones kurdas del sureste, donde una disputa entre dos grupos con lazos familiares en el patio de un colegio electoral derivó en un tiroteo que se saldó con dos muertos y varios heridos, informa la cadena NTV.

Si bien se desconocen aún las causas concretas del enfrentamiento, el diario Hürriyet apunta que podría deberse a diferencias políticas.

Los líderes políticos turcos han aprovechado su paso por los colegios electorales para llamar al voto.

Erdogan, el gran impulsor de la reforma, sostuvo que el modelo presidencialista aceleraría el desarrollo del país y equiparó el cambio con lograr los objetivos de Mustafa Kemal Atatürk, el fundador de la moderna república laica.

«Con este cambio nuestro pueblo decidirá por un salto en su desarrollo. Tenemos que hacer una elección inusual para lograr el objetivo de Mustafa Kemal Ataturk de alcanzar a las civilizaciones contemporáneas», agregó el político islamista.

Erdogan vaticinó que habrá una alta participación y que cuando se abran las papeletas esta noche Turquía caminará «hacia el futuro».