La caída del precio del crudo, por debajo de los 50 dólares por barril, ha sido uno de los temas centrales abordados por los ejecutivos en la reunión anual de Davos, concebida con el fin de producir soluciones a los problemas del mundo y anticipar hacia donde se dirige le mundo.
El Foro de Davos se ha convertido adicionalmente para sus 2.500 participantes de este año -todos ellos líderes de la política, los negocios y la sociedad civil- en una plataforma sin parangón para establecer contactos y redes.
Si algo queda claro después de 280 sesiones, entre discursos, charlas y debates de gran calidad, es que las preocupaciones en el terreno económico son profundas y que en muchos casos están vinculadas con las crisis geopolíticas.
La situación de la Zona Euro, el efecto que tendrá a lo largo de este año el programa de compra de deuda lanzado por el Banco Central Europeo (BCE) y las consecuencias que para la Unión Europea tendría la probable victoria en las elecciones de este domingo en Grecia -según los sondeos- del partido de izquierda Syriza, concitaron gran parte de la atención.
El líder de Syriza ha señalado que renegociará el programa de reestructuración de la deuda con Bruselas, lo que el mundo de la economía y de los negocios representado en Davos ha considerado que equivaldría a una ruptura con sus acreedores, en una etapa en la que Grecia todavía no es capaz de mantenerse sola financieramente.
La segunda gran pregunta que surgió entre los participantes tras el anuncio del BCE sobre la ambiciosa política expansiva que pondrá en marcha era hasta qué punto servirá realmente para colocar nuevamente a la UE en los rieles del crecimiento, después de siete años.
Esa medida proporciona alivio a Italia y Francia, que muchos temen pueden perder el incentivo para acelerar las reformas estructurales que se les reclaman.
El telón de fondo es un precio del petróleo en mínimos, un factor que también puede favorecer la recuperación en vista de la negativa de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) de bajar la producción.
La idea dominante en los debates sobre el petróleo en Davos es que es probable que los precios no suban significativamente a lo largo de este año y que esta situación incluso se pueden mantener por los próximos dos a tres años.
La posición de la OPEP de no rebajar su producción para forzar los precios al alta ha sido liderada por Arabia Saudí y los analistas coincidieron en Davos en que el nuevo rey Salmán bin Abdulaziz mantendrá las políticas de su predecesor.
La proliferación de conflictos en Oriente Medio (región petrolera por excelencia) y el norte de África -en Irak, Libia y Siria, con repercusiones en el resto de países de la región- hace igualmente difícil pensar en que la válvula del petróleo puede abrirse mucho más.
Durante las discusiones del Foro, la violencia que impera en esa parte del mundo y la amenaza terrorista, que ha llegado hasta Europa -como lo demuestran los recientes atentados de París y el desmantelamiento de una célula terrorista en Bélgica- fueron justamente valoradas como amenazas mayores para la estabilidad del mundo.
Durante su intervención en el Foro, el presidente de Francia, François Hollande, cifró en 40.000 los terroristas que el grupo yihadista Estado Islámico moviliza actualmente y afirmó que 10.000 de ellos son extranjeros, gran parte reclutados en Europa.
Sin duda, el conflicto en el este de Ucrania y la confrontación que ha provocado entre Rusia y Occidente fue un tema geopolítico al que los participantes del Foro de Davos volvieron y una y otra vez.
En momentos en que los combates nuevamente adquieren graves proporciones, los representantes rusos en Davos repitieron en varias sesiones que el camino de las sanciones adoptado por Estados Unidos y la Unión Europea está equivocado.
El primer viceprimer ministro ruso, Igor Shuvalov, dijo en Davos que el problema de la relación entre su país y los países occidentales está en que estos últimos «quieren poner a Rusia en el lugar que ellos quieren».
«Si Occidente y Rusia no hablan como iguales para buscar soluciones, sino que se le dice (a Rusia) que vaya a una esquina y que los otros le enseñarán cómo debe hacer las cosas, a través de sanciones, entonces esto puede durar décadas», advirtió.
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