Hay que tener en cuenta elementos como el color y el peso. | Freepik

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Elegir un melón dulce y jugoso puede ser todo un desafío en el supermercado. Sin embargo, existen ciertos indicadores que pueden ayudarte a seleccionar la mejor pieza sin necesidad de abrirla.

Uno de los aspectos más reveladores es el color de la cáscara. En variedades como el melón piel de sapo, un tono más amarillo indica una mayor madurez y dulzura. Por el contrario, si la cáscara presenta un color verde intenso, es probable que el fruto aún esté inmaduro.

La firmeza también es un factor determinante. Al presionar suavemente los extremos del melón, especialmente la base opuesta al tallo, esta debe ceder ligeramente. Si está demasiado blanda, el melón podría estar pasado; si es muy dura, aún le falta madurar.

El aroma es otro indicador clave. Un melón maduro desprende un olor dulce y agradable en la zona del pedúnculo. Si no se percibe aroma o este es muy tenue, es probable que el fruto esté inmaduro.

Además, la presencia de grietas o estrías en la cáscara puede ser un buen signo. Estas marcas suelen indicar que el melón ha alcanzado su punto óptimo de maduración. Sin embargo, es importante que estas grietas no sean excesivas ni profundas, ya que podrían señalar daños internos.

El peso del melón también ofrece pistas sobre su calidad. Un melón maduro debe sentirse pesado en relación con su tamaño, lo que indica que está lleno de agua y, por ende, jugoso. Si al compararlo con otros de similar tamaño se siente más ligero, es preferible descartarlo.

Finalmente, el sonido al golpear ligeramente el melón puede ser revelador. Al darle pequeños golpecitos, un melón maduro emitirá un sonido hueco y vibrante, mientras que uno inmaduro producirá un sonido más sólido y apagado.