Los bebes buscan referencias a la hora de articular palabras. | Freepik

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Es común que, al interactuar con un bebé, los adultos adopten una voz más aguda y melodiosa, fenómeno conocido como «habla infantil» o «parentésico». Investigadores de la Universidad de Florida han encontrado que esta forma de comunicación no solo capta la atención de los bebés, sino que también puede facilitar su aprendizaje del habla.

El estudio, publicado en el Journal of Speech, Language and Hearing Research, indica que los bebés de entre seis y ocho meses muestran una respuesta activa al escuchar voces que imitan las características de su propio tracto vocal, es decir, sonidos más agudos y resonantes. Esta reacción se manifiesta en movimientos visibles de labios y lengua, señales de que están intentando imitar y practicar la producción del habla.

Matthew Masapollo, autor principal del estudio, explica: «Parece estimular la producción motora del habla, no solo la percepción del habla». Al utilizar una voz que simula un tracto vocal más pequeño, los adultos proporcionan a los bebés pistas auditivas sobre cómo deberían sonar las palabras cuando las produzcan ellos mismos.

Para llegar a estas conclusiones, los investigadores realizaron experimentos con más de 60 bebés. Los pequeños fueron expuestos a sonidos vocales computarizados que imitaban tanto el tracto vocal de un bebé como el de un adulto. Se observó que los bebés de seis a ocho meses mostraban una clara preferencia por los sonidos que correspondían a un tracto vocal similar al suyo, reaccionando con mayor interés y movimientos orales.

Este hallazgo sugiere que el habla infantilizada no solo es efectiva para captar la atención de los bebés, sino que también desempeña un papel crucial en su desarrollo lingüístico. Linda Polka, coautora del estudio y profesora en la Universidad McGill de Canadá, señala: «Estamos tratando de interactuar con el bebé para mostrarle algo sobre la producción del habla. Los estamos preparando para que procesen su propia voz».

La investigación también destaca que los bebés menores de seis meses no mostraron la misma preferencia, lo que indica que entre los seis y ocho meses es una etapa crítica en la que los bebés comienzan a darse cuenta de su capacidad para controlar sus voces y transformar los balbuceos en palabras.