La falta de amortiguación y sujeción en las chanclas puede provocar un descenso del arco plantar y alterar la forma en que se distribuye el peso corporal al caminar. Esto genera un aumento de la tensión en la fascia plantar, una banda de tejido que recorre la parte inferior del pie, y puede conducir a la aparición de fascitis plantar, una inflamación dolorosa que afecta a millones de personas.
Además, el uso continuo de chanclas puede contribuir al desarrollo de juanetes, dedos en garra y tendinitis del tendón de Aquiles, debido al esfuerzo extra que el pie realiza para mantener la chancla en su lugar. Estos problemas no solo causan dolor en los pies, sino que también pueden extenderse a otras partes del cuerpo, como las rodillas, las caderas y la espalda, debido a las alteraciones en la pisada.
Otro riesgo asociado es la mayor probabilidad de sufrir esguinces de tobillo y caídas, ya que las chanclas no ofrecen estabilidad lateral. Esto es especialmente preocupante para personas mayores o aquellas con problemas de equilibrio.
Para evitar estos problemas, los especialistas recomiendan limitar el uso de chanclas a situaciones específicas, como la playa o la piscina, y optar por calzado que proporcione un mejor soporte y amortiguación para actividades diarias. La elección adecuada del calzado es fundamental para mantener la salud de los pies y prevenir afecciones que pueden afectar la calidad de vida a largo plazo.
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