La estación de la ceniza
Dicen que la belleza está en los ojos de quien mira y no en lo que mira. El último poemario del joven poeta canario David Fajardo, «La estación de la ceniza», ganador de la sexta edición del Premio Internacional de Poesía Juan Rejano-Puente Genil, ha venido para demostrar que es posible hallar belleza incluso en el horror y la barbarie. Y la halla porque la lleva dentro, en lo más hondo, allí donde nacen los versos y los sueños. «La estación de la ceniza» es un ramo de poemas dedicados al holocausto de los campos de exterminio. A priori podríamos pensar que no tiene sentido escribir poemas sobre ese horror, pero lo tiene, claro que lo tiene, cuando quien los escribe es alguien con el talento y la sensibilidad de David Fajardo. Sólo un alma sensible y generosa como la suya puede escribir: «Esa pareja de abuelos/que pasea de la mano a orillas del Vístula/podríamos ser tú y yo,/ pero no lo somos/y jamás lo seremos./Abrazados esperamos,/temblorosos como el cabeceo de un ciprés,/que el oficial dé la orden/ y vuelen espantados los pájaros».
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