Amaya Michelena
Amaya Michelena

Jefa de sección (Domingo)

Nazis

TW

Cuando uno lee libros de historia se estremece al pensar en la mentalidad nazi, que consideraba claramente superior a una raza sobre las demás, hasta el punto de justificar, planificar y ejecutar complejos sistemas de aniquilación colectiva. Lo que ellos llamaron la ‘solución final’ en realidad no solucionaba nada, solo demostraba la maldad inherente a su propia raza. A la mayoría de nosotros todavía hoy, ochenta años después de que todo aquello desapareciera, nos cuesta confiar en la ‘raza’ que fue capaz de pergeñar todo aquello. La misma que alentó y multiplicó el colonialismo y la denigración y explotación de naciones enteras a las que se quiso imponer una ‘civilización’ superior. Ingenuamente, pensábamos que hacía décadas que todo eso había quedado atrás, definitivamente superado para abrazar una mentalidad más avanzada, igualitaria y justa, de reconocimiento del otro. Pues no. Para nada.

Hace unos años descubrí con horror –aquí mismo lo publiqué– cómo la desarrollada, civilizada e ideal Canadá había cometido crímenes insoportables contra la población indígena. Ingleses y franceses son los ancestros de esa ‘raza’ superior que se sentía con el derecho a aniquilar a los niños originarios de la tierra conquistada. Estuvo ocurriendo hasta 1998. Pero no queda ahí la cosa. Ahora se sabe que la civilizadísima, avanzada e igualitaria Dinamarca hizo casi lo mismo con los groenlandeses: no llegó a aniquilarlos, pero sí a poner en práctica hasta 1991 una masiva esterilización de las mujeres inuit, como ya hizo el nefasto Alberto Fujimori hasta el año 2000 en Perú. Algunos queríamos creer que el racismo mengua, qué ingenuos. No solo está en la calle, también en instituciones y gobiernos.