Fíjese que todo junto se escribe separado y separado todo junto, como pichabrava, que va todo junto. Un término aceptado por los académicos de la lengua y que hace referencia a hombres sexualmente atractivos y que suelen tener éxito. Pero lejos de los estereotipos que nos hemos creado socialmente, acuñando el término a varones portentosos, bien plantados, repeinados, con ciertos tientes machistas y misóginos, resulta que no siempre es así.
Es más, últimamente abunda lo contrario. Nos hemos encontrado con nuevos pichabravas que aparentemente no son tan extraordinariamente atractivos, que tampoco lucen cuerpos esculturales ni precisamente parecen machirulos fachas con el palillo en la boca escupiendo comentarios machistas y denigrantes hacia las mujeres. Errejón primero, el líder de Izquierda Unida en Balears ahora y de remate Monedero, fundador de Podemos, completan este podio de honor de la tribu de los de «haz lo que te digo que yo hago lo que me da la gana». Me reiría, si no fuera cierto, del caso del profe de la Complutense al que le gustan las alumnas jovencitas más que las decanas de su universidad. Tal vez porque a ellas no hay que ponerles nota al final de clase. Y parecía que Rubiales era el mayor depredador. Le hubiera jodido más un tortazo en directo de Jenni que la multa. Eso sí que hubiera sido un castigo y no los diez mil pavos.