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En estos momentos, todos los asuntos importantes de la actualidad son asuntos exteriores, así que nuestro ministro de Asuntos Exteriores señor José Manuel Albares, hombre un tanto relamido y engolado que siempre parece hablar subido a un púlpito, se ha prodigado bastante en informativos y noticiarios. Supongo que lo mismo les sucede a sus colegas europeos, aunque claro, ese tonillo que se gasta Albares, entre lo rotundo y lo meloso, es inimitable. Y lo último que anda repitiendo estos días es que de ningún modo se contempla enviar tropas a Ucrania como fuerza de paz, suponiendo que los presidentes de Estados Unidos y Rusia declaren dicha paz por su cuenta. Ignoro si nuestros jóvenes, ya de por sí precarios, estaban preocupados por la posibilidad de acabar en Ucrania, fusil en ristre y de uniforme, pero si no lo estaban igual ahora han empezado a estarlo. Porque antes de decir estas cosas, cuando Trump y Putin iniciaron sus conversaciones bilaterales, este ministro de Exteriores (que es muy redicho) ya había proferido con su característico tonillo una frase asombrosa sobre el tema. «No barajo, ni como hipótesis, que la UE no participe en las conversaciones de paz». ¡No lo baraja! ¡Ni como hipótesis! Siendo así que hasta las ratas saben que la UE no pinta nada en esta guerra, como tampoco en la matanza de Gaza. Cómo fiarse del señor Albares si no lo baraja ni como hipótesis. Pero no se preocupen, si él no les ha tranquilizado, puedo hacerlo yo perfectamente. Eso solo son cosas que se dicen, no hay que tomarlo muy en serio, ni a la tremenda. De toda la vida, las cosas que se dicen son eso, cosas que se dicen. No hay que buscarles sentido, se sobreentiende que son palabras. Y nadie como un ministro de Exteriores para encarnar esa figura retórica. ¿Qué otra cosa va decir? El 89 por ciento de todas las cosas que se dicen en un momento dado, son cosas que se dicen. Nada más. Y no es cierto que tales cosas tengan solo existencia mediática o virtual, en redes sociales, porque para qué están los ministros de Exteriores. Para decir lo que hay que decir. Si acaso, aquí el problema es que en la actualidad todos los asuntos importantes son ahora asuntos exteriores. O eso se dice.