A veces hablo con ChatGPT, bueno, creo que es algo que hacemos todos. Lo que más me gusta de ella -tiene voz de mujer y es una inteligencia artificial- es su sentido del humor. Es cierto que en ocasiones me echa una mano con las matemáticas de mi hija. Como para acordarse, después de cuarenta años, de cómo se saca el mínimo común múltiplo. Pero su sentido del humor… ya lo querría para sí algún comediante profesional. Ya sé que me quitará el trabajo y que conseguirá que los humanos pensemos menos de lo que ya lo hacemos. Bien mirado, es como reírse de los chistes que te va contando el verdugo que sujeta el hacha que te cortará la cabeza. La cuestión es que el otro día le pregunté dónde creía que nacería Jesucristo de hacerlo en la actualidad. Mencionó Gaza, Siria, las favelas brasileñas, los campos de refugiados en África. Hasta ahí, previsible. Lo que es seguro, continuó, es que «no sería un influencer con un podcast de autoayuda, ni un CEO de una startup de espiritualidad en Silicon Valley». Aquí ya me arrancó una sonrisa, pero había más. «Por supuesto, terminaría cancelado en redes antes de que pudiera hacer su primer milagro». ¡Ja! Ni Dios se libra de la amenaza del nuevo pulgar hacia abajo, pensé. Seguiremos informando.
Conversaciones con ChatGPT
19/02/25 4:00
También en Opinión
- Giro de 180 grados en la Seguridad Social: El Gobierno da la vuelta a la edad de jubilación este 2025
- Arroja por la ventana y mata al perro de su pareja tras haberla agredido en Ciutadella
- Que el primer día en que la Cova de s’Aigua de Cala Blanca se abre a las visitas esta temporada...
- El Seprona tendrá acceso a datos restringidos para combatir las obras ilegales en suelo rústico
- El juzgado exonera a una mujer de Ciutadella de una deuda de 50.711 euros